El dictador razonablemente contento

Francisco Franco y Juan Carlos I en los actos de celebración del aniversario de la fundación de la Falange Española en 1974 en Asturias.
18/11/2025
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Hay motivos para suponer que, si el dictador Franco levantara la cabeza (o si simplemente pudiera seguir la actualidad con ojos extraterrenales, viendo por ejemplo a la televisión en compañía de su buen amigo Adolf Hitler, como le vemos hacer en las viñetas de Miquel Ferreres en este diario), podría sentirse razonablemente satisfecho de la vida. También de los efectos de la guerra civil que provocaron él y una mezcla de militares sublevados, fascistas sin escrúpulos (permítanme la redundancia) y obispos que sí preferían tener su reino en este mundo, acompañados (no lo olvidemos, ahora como hace cien años) de una prensa agitadora e intoxicadora que fue de acidez.

Franco –que era, él mismo, un asesino sanguinario y un ladrón con una relación patológica con el dinero y la propiedad– no sólo podría estar contento del alboroto y la fuerte división que causa el quincuagésimo aniversario de su muerte, señales de vitalidad indiscutible. También podría enorgullecerse de que el partido que fundaron seis (seis) de sus ministros (con uno de sus preferidos, Manuel Fraga Iribarne, al frente), y que en un primer momento se llamó Alianza Popular y después Partido Popular, se ha mantenido firme todos estos años sin condenar nunca al franquismo. Más importante que eso, el partido en cuestión sigue siendo el más importante del sistema político español, aunque en este momento no esté en el gobierno y tenga al frente a unos dirigentes bastante ineptos. Más importante aún, el partido ha tenido una escisión llamada Vox, que opta no ya por no condenar el franquismo, sino por reivindicarlo sin tapujos ni manías, y que celebra levantando el brazo con el saludo fascista y gritando viva Franco en sus actos públicos con completa impunidad, aunque ello esté prohibido por la ley de memoria democrática. Porque –y eso quizá es aún más importante que los puntos anteriores– hay una cúpula judicial y otra policial que se encargan de custodiar el legado ideológico, político e institucional del franquismo, digan lo que digan y legislen lo que legislen los enemigos de España. Y es que –aún más importante que el resto– se mantiene intacta la Constitución que se obligó a votar a la ciudadanía en el 78, con una desinformación y una falta de debate público abrumadoras, bajo la tutela de los militares golpistas y con el susodicho Fraga Iribarne, atención, entre los dichos "padres" de la carta magna. Incluso el chico al que delegó la continuidad del régimen, aquel rey Juan Carlos, que en algún momento pareció díscolo, publica ahora un falso libro de memorias en el que se deshace en elogios hacia Franco.

Le molestaría que hubiera una Unión Europea partidaria de aplicar una amnistía en separatistas catalanes, y también que en España volvieran a gobernar los de Azaña con el apoyo de catalanes, vascos y otros extremistas, pero esto siempre puede arreglarse con un buen baño de violencia. Europa, en principio, tampoco lo permite, pero Europa se está volviendo a poner interesante para los...

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