La revolución de los libros que pasan de madres a hijas
La literatura romántica, a menudo categorizada como juvenil, es uno de los principales motores de crecimiento del mercado editorial gracias a las redes sociales
BarcelonaDe todos los cambios que ha vivido el sector editorial en la última década, uno de los más significativos lo protagoniza la literatura juvenil. Contra todos los pronósticos, este género se ha convertido en los últimos dos años en un motor de crecimiento fundamental para el mercado, gracias en gran medida al incremento de lectores que ha ganado –y sigue ganando– desde la pandemia del coronavirus. Lo constataba el pasado lunes el Gremio de Editores en la presentación del balance anual, que (a la espera de los datos de la campaña de Navidad) augura un incremento del 4% del sector, impulsado por la literatura juvenil, de la que prevén un crecimiento de cerca del 15%. Esta tendencia no es nueva: en 2024 la literatura juvenil ya aumentó también cerca de un 15% y propulsó la facturación del sector.
¿Qué ha pasado para que, de repente, un género que sufría el estigma y la consideración de literatura de segunda se haya convertido en uno de los pasteles más rentables del mercado editorial? Hay dos grandes factores que lo explican. Por un lado, el incremento de lectores de entre 14 y 24 años, un fenómeno estrechamente ligado al impacto de las redes sociales, que hicieron eclosión durante el confinamiento, entre el 2020 y el 2021. Por otro, el auge de la literatura etiquetada para jóvenes, pero que ha conseguido atraer también a 40 años. Todo ello ha desembocado en uno de los nichos más diversos y más prolíficos del mercado, que se mueve con fuerza sobre todo mediante novelas románticas. Son historias con una serie de elementos compartidos (amores imposibles, tensiones sexuales prolongadas) que seducen a los lectores a través de una narrativa capaz de enganchar desde la primera página ya menudo durante mucho tiempo, ya que gran parte de los relatos toman la forma de sagas.
El rejuvenecimiento de la pirámide de lectura
Uno de los primeros indicios de los efectos de las redes sociales sobre el mercado editorial llegó durante la pandemia, cuando los editores empezaron a notar que libros de fondo de repente se situaban en las primeras posiciones de los más vendidos. "El confinamiento hizo aumentar mucho los índices de lectura, especialmente entre los jóvenes, y en buena parte fue gracias a los booktokers (influenciadores especializados en recomendar libros), que recuperaban libros que no eran novedad y volvían a ponerlos en circulación. Ellos han democratizado y han ampliado la base de lectores, han sido fundamentales para llevar a los adolescentes a la lectura", afirma la editora Patrizia Campana, encargada de Fanbooks, el sello del Grupo 62 especializado en literatura para jóvenes y también en novelas románticas y fantásticas pensadas para público adulto. ~BK_S redes, donde existen perfiles de usuarios dedicados exclusivamente a prescribir lecturas a través de vídeos cortos e imaginativos También queda reflejado en el estudio. Hábitos de lectura y compra de libros, del Instituto Catalán de las Empresas Culturales. En 2015 el porcentaje de jóvenes de entre 14 y 24 años que leían por ocio era de un 67,7%. En 2024, esta cifra ha escalado hasta el 75,3%. "La lectura, para la gente joven, ha dejado de ser un acto íntimo y solitario. Todo lo que leen lo comparten a través de las redes sociales. Hacen vídeos con las portadas de los libros, van a actos de los escritores y se hacen fotos. Funciona como una bola de nieve: si quieres estar en sintonía con tu entorno, tienes que leer lo que Patrici Tixis, que señala que la pirámide de la lectura ha dado la vuelta: "Hace 10 años veíamos cómo los lectores iban envejeciendo. Ahora hay un rejuvenecimiento bestial".
El peso de las redes ha cambiado el valor del libro: ahora no sólo debe contener una historia interesante, sino que la envoltura también debe ser hermosa, porque será un objeto para enseñar. "El libro se ha convertido en un objeto de culto y las lectoras le dan mucha importancia a su imagen. Por eso desde hace un par de años se están haciendo grandes lanzamientos con los cantos tintados y acabados muy particulares en ediciones de lujo, que son muy caras de producir", destaca Campana. En paralelo, en esta línea de compartir la lectura y enseñarlo al mundo a través de los móviles, Tixis explica que están empezando a llegar de Estados Unidos las fiestas de lectura: encuentros entre desconocidos en un espacio cálido y agradable, en el que cada uno lee en silencio durante un rato y después se hace una puesta en común con bebidas y comida.
Una de las primeras que empezaron a publicar vídeos recomendando libros en catalán es Ania Posada, que ahora tiene más de 11.000 seguidores en Instagram y casi 8.000 en TikTok. "Empecé a hacer vídeos simplemente porque me lo pasaba bien. En aquella época no había muchos referentes, Juliana Canet era la única que veía hablando de libros en catalán. Con el tiempo he visto que hay una comunidad interesada en leer. Recibo muchos comentarios, mensajes pidiéndome recomendaciones y otras agradeciéndolas", explica atractivo, y muchas personas que pensaban que no tenía interés lo han empezado a probar".
Románticas y transgeneracionales
Aunque las redes penetran sobre todo entre los más jóvenes, también han logrado arrastrar a público de mayor edad. Y esto, de rebote, ha ensanchado el tenedor de lectores. "A pesar de que se categorizan como juveniles, este tipo de libros los consumen sobre todo mujeres de hasta 35 o 40 años. En realidad, el auge de la literatura juvenil se debe a que la leen jóvenes, pero también adultos", destaca la editora de Penguin Random House especializada en ficción internacional, Paloma Fernández-Pacheco. Para ejemplificarlo, cita dos títulos. Por un lado, Romper el hielo (Rosa dels Vents, 2024) de Hannah Grace, una novela romántica sobre hockey en un contexto universitario. Por otro, Hasta que caiga la luna (Plaza y Janés, 2024), una fantasía romántica con dragones. "Ambas tienen muchos lectores, algunos de ellos jóvenes y otros mucho más adultos, de generaciones distintas", dice Fernández-Pacheco.
La capacidad para atraer a público transgeneracional se ha cobijado bajo la etiqueta de libros crossover, que son aquellos que en una misma casa pueden leer por placer tanto las madres como las hijas. "Con fenómenos como Crepúsculo y Los juegos del hambre, el público adulto ya entró con fuerza en el campo del juvenil, pero ahora vemos muy claramente cómo son libros que se pasan de madres a hijas", detalla Campana. En el catálogo de Fanbooks hay un título muy significativo de esta tendencia: El verano que me enamoré, de Jenny Han (2023). "Lo publiqué antes de la serie de Amazon, que le acabó de hacer funcionar", explica la editora, que también menciona Una corte de rosas y espinas (Fanbooks, 2025), de Sarah J. Maas, como uno de los libros de mayor éxito de este año.
A menudo, el vestido de estas historias es la novela romántica que transita por tropos (lugares comunes) como una pareja que se da una segunda oportunidad, dos amigos que se enamoran, la atracción hacia alguien a quien la protagonista considera su enemigo o un amor prohibido. "Siempre hay un fortísimo componente romántico y sexo explícito. Esto es fundamental. A partir de ahí, algunas historias se ambientan en mundos mágicos y se categorizan como romantasy, mientras que otros son realistas. Luego hay subgéneros como el dark academy, en el que todo se desarrolla en academias oscuras de magia, o las series de mujeres enamoradas de hombres de la mafia", detalla Campana. Estos títulos también presentan, en numerosas ocasiones, relaciones tóxicas y escenas sexuales con violencia. Por eso algunas editoriales lo indican en la portada con la intención de dejar claro que no siempre son lectivos.
El catalán, la asignatura pendiente
En esta fiesta de la literatura romántica nuestra lengua baila, pero todavía no lo hace lo suficiente. "El catalán sufre por dos motivos. De entrada son novelas muy largas y, por tanto, caras de traducir. Hay pocas escritoras catalanas dedicadas al género, a menudo las autoras son anglosajonas –dice la editora de Fanbooks–. El otro motivo son las redes: muchas lectoras compran el libro para enseñarlo, y quieren la edición más el caso del catalán". Instagram y TikTok también propician el consumo en castellano porque la comunidad que busca booktokers en catalán todavía es pequeña. Sin embargo, las cosas están cambiando. "El último año, sobre todo, han aparecido muchas personas que hacen contenido sobre libros en catalán. Cada vez somos más, y es necesario", subraya Ania Posada.
Sellos como L'Otra Tribu, que se alejan de la literatura romántica y tienen un catálogo hecho sobre todo de títulos realistas dirigidos a lectores de entre 12 y 14 años, también han visto cómo el interés de los adolescentes hacia los libros ha aumentado en los últimos tiempos. "Cada año hemos ido creciendo en facturación de forma orgánica, y hemos notado la buena salud del mercado editorial", señala la editora de L'Otra, Eugenia Broggi. Los libros de L'Altra Tribu se mueven, sobre todo, gracias a la complicidad de los bibliotecarios y libreros, a los que ahora se han añadido los nuevos prescriptores, los creadores de contenido en las redes sociales. El hecho de contar con dos libros finalistas en el premio Atrapallibres –La canción del soldadito, de Pep Puig, y El lobo, de Saša Stanišić– también ha repercutido en los buenos resultados del sello este 2025.
"El estigma de la literatura juvenil ya se ha roto. Antes no se hablaba tanto, no había tantos premios y los medios le hacían poco caso. Y eso también ha cambiado y ha contribuido a hacer que ha contribuido a hacerlo. a los adultos", subraya la editora de La Otra Tribu, Liliana Pedro. Broggi está de acuerdo, y añade que la literatura juvenil ha ganado un prestigio que se ha merecido siempre: "No acabo de entender por qué ha estado arrinconada durante tantos años. La literatura juvenil es la que forma lectores, te agarra en una edad que te puede acompañar en procesos dolorosos y te puede cambiar la vida."