Echo de menos el artículo de Carles

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Las oposiciones para 1.245 plazas de maestro de Secundaria están en el aire por el recurso del Gobierno español, que alega que Catalunya sólo puede convocar 430.

1. Tras el informe PISA de 2022 que sitúa a España en la cola de los países de la OCDE, y Cataluña en la cola de las comunidades de España, ha llegado la autoflagelación habitual, la colección de causas para todos los gustos pero, por desgracia, ninguna solución milagrosa. Además, estamos en un país tan cobarde, y con una libertad de expresión tan precaria, que ni siquiera se puede insinuar, en voz baja, lo que inquieta escuchar. Algunas verdades se esconden por miedo a molestar a colectivos o gremios. Por otra parte, hace diez años justos, en esta misma página, expliqué qué empresa se encargaba de las pruebas PISA, quién las corregía y cómo se tabulaban los resultados. Mantenía, y sostengo, que se les da una importancia excesiva. Por la forma en que se hacen y cómo se valoran los exámenes, no tienen la fiabilidad necesaria para sacar conclusiones que, de tan definitivas, parecen palabra de Dios. En cualquier caso, el alboroto es importante y en semanas como ésta, de desorientación pedagógica y de dardos envenenados de unos a otros, echo de menos una columna de análisis serena, argumentada, con conocimiento de causa, que no lo rompa todo, que desdramatice pero al mismo tiempo ponga el dedo en la llaga. Echo de menos un artículo. El de Carles Capdevila.

2. Este martes, el catalán se la juega para conseguir ser oficial en Europa. Al mismo nivel que el gallego y que el euskera y que, naturalmente, todas las lenguas que ya tienen este estatus. La reunión es clave para desatascar un tema que fue vital en la negociación para investir a Pedro Sánchez. Por mucho que el ministro Albares se ha esforzado, por más que la diplomacia española ha intentado que ningún país de la UE vete las tres lenguas, las presiones que la derecha española ha ejercido sobre los estados miembros han sido un contratiempo importante. También lo han sido dos obstáculos de última hora. Por un lado, el coste de 132 millones que le costaría a la UE que fueran oficiales. Por mucho que España tenga el compromiso de pagarlo, algún país lo tomará como excusa. Por otra parte, el último informe del servicio jurídico de la UE no invita a los Estados miembros a votar a favor. Al contrario. A pesar de los esfuerzos pedagógicos y jurídicos de Plataforma per la Llengua, lo tenemos complicado. Ni el vídeo del tenor Josep Carreras dirigiéndose en italiano a Giorgia Meloni parece que podrá seducir a la primera ministra. Vienen horas importantes.

3. España es un lugar en el que, durante años, se taparon las infidelidades de su rey. Después, a raíz de la cacería, la rotura de cadera, el avión privado que el empresario de los supermercados le dejó para que volviera a hurtadillas y la salida del armario de Corinna Larsen, no solo hubo barra libre informativa. También se vio cómo las amantes eran lo de menos, junto a una corrupción sistematizada y perfeccionada con los pasos de los años. La España mediática, ahora, repite el patrón y esconde, también, cualquier atisbo de infidelidad de Letizia. Ninguna cadena de las que mojan pan a todas horas con los lavaderos de la vida íntima de cualquier pelacañas ha hecho plato del tuit en el que Jaime del Burgo revelaba su relación con la actual reina. En cambio, todos estos programas de tomate han decidido dedicar especiales monotemáticos a un torero que dejó plantada a la novia en el altar. Y de tanto querer averiguar cuáles han sido las causas de esta fuga, han descubierto que, detrás de todo, había un cura que le aconsejaba. Era, claro, un “cura catalán”. Mira por dónde, ahora entienden por qué el hombre de los cuernos y las banderillas dejó a la novia ya los quinientos invitados plantados. El demonio que le empujaba era catalán. Como siempre.

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