La escritora recibe la visita, amable, simpatiquísima, documentada, de un grupo de periodistas mujeres, que quieren grabarla para un proyecto feminista donde se dará voz a las escritoras.
piden. Recomienda cinco autoras imprescindibles (y le cuesta elegir, claro, porque hay tantas...) y no se sale a la hora de explicar por qué su última obra debería ser leída por las mujeres, le parece que su última obra –como todas las que ha hecho– debe ser leída por todos. aunque trate temas de “hombres”. Después de la simpatía, las copas de vino que comparten, las sonrisas, la escritora se queda sola en su catavo y se pone a escribir:
Literatura de mujeres, literatura para mujeres. Hace un tiempo, el término era peyorativo. para mujeres”. Suelen ser la moda, la crianza enrollada y nunca el cambio climático, eso irá a los medios generalistas. se puede, si te gusta la literatura, sólo leer mujeres, sólo leer catalanes, sólo leer autores muertos (esta última etiqueta es tendencia si quieres hacerte el exquisito) A ella le gustan hombres y mujeres Amis y Parker, Rodoreda. y Roth, Catalán y Zweig, Barbal y Monzó, Duras y (pequeña sonrisa) Yann Andréa Claro que debe promoverse. el arte de las mujeres en todos los ámbitos (cocina, escritura, agricultura, pintura, teatro,...), pero no deben hacerse separaciones que sólo las estropean. sólo con vinos catalanes? La escritora no entraría. que el librero, que el cocinero, es idiota.