Las elecciones del Dr. Johnson

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El consuelo, no tan magro como podría parecer, es el desinflamiento del frente de la derecha nacionalista española por el lado más ultra. El bajón de Vox es severo, recuerda el de Ciudadanos y muestra que el voto que había migrado hacia el partido de Santiago Abascal empieza a regresar hacia el lugar de donde había salido, es decir, hacia el PP. Recordemos que el PP va lleno también de negacionistas: del cambio climático, de la violencia de género, de la diversidad nacional, de la pluralidad lingüística y cultural, etc. Por tanto: un consuelo no desdeñable, sí, pero alegría, más bien poca. Sobre todo porque los resultados auguran rebajas (de discurso, de tono, de exigencia) en los temas que acabamos de mencionar, también por parte de la izquierda.

Con la victoria del PP se constata que se pueden ganar unas elecciones generales con un discurso vacío de propuestas y concreciones, y construido, en cambio, a partir de ficciones y falsedades: derogar el sanchismo, los supuestos tratos de favor a okupas y inmigrantes ilegales, el contubernio con ETA y con unos enemigos de la patria aún peores, que son los enemigos catalanes. Éste ha sido el menú único que se ha servido en el PP, pero lo ha preferido más gente que el elogio de la gestión propia que han hecho el PSOE y Sumar. No es que haya debacle de la izquierda ni tsunami de la derecha, sino una cierta desmovilización de la izquierda llamada transformadora, y a la vez, el beneficio que supone, para el PP, la desaparición de Ciudadanos: otra vez, votos que vuelven a casa, porque Ciudadanos no era un hijo bastardo de la izquierda, como aún sostiene la derecha catalana. Nacido en Cataluña y con una presencia de progres maltratados por la vida en su fase germinal, pero derecha nacionalista española.

En la Comunidad Valenciana y en Baleares ha habido, de nuevo, resultados similares: gana el PP, pero con un empate entre bloques. En el caso de Baleares, no es menor que por fin haya un diputado en el Congreso de la izquierda soberanista (a través de la coalición Sumar Més, creada para la ocasión), y que este diputado sea Vicenç Vidal, uno de los buenos políticos mallorquines de los últimos años, hace la noticia aún más relevante. En cuanto a Cataluña, la caída de la participación se explica evidentemente por el cansancio que transmiten los partidos independentistas, instalados de hace años en un insoportable bucle de agresión mutua que se ha enquistado como un mundo paralelo. Ahora querrán capitalizar esta abstención el grupo de resentidos y de pomposos que han impulsado una campañita pidiéndola, pero evidentemente su influencia en todo ello ha sido irrelevante, como todo lo que hacen.

Y bueno, hemos llegado hasta aquí impulsados por el patriotismo español y por el catalán, alimentados a su vez por el deseo de venganza: unos porque se consideran menospreciados, y otros porque se sienten traicionados. Más que nunca es necesario recordar la frase del gran Samuel Johnson, Dr. Johnson como le suelen llamar los anglosajones: el patriotismo a menudo es el refugio de los sinvergüenzas.

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