Leemos (con deleite) en el ARA que el rey emérito “sabe que gana adeptos a medida que la figura de estabilidad de su hijo y, sobre todo, de su nuera, queda desdibujada después de que se haya hecho pública la presunta infidelidad de Leticia”.
En fin, todo el mundo sabe que los reyes, al no casarse por amor, sino por interés, pueden tener amantes y, si viene a mano, derecho de muslo. Alguien dirá que esto es una práctica arcaica, medieval, impropia de una monarquía moderna. Pero es que la esencia de la monarquía es justamente el arcaísmo y el medievalismo. Si una monarquía se vuelve "moderna" pierde su esencia y no tiene razón de ser. ¿Por qué debería tener privilegios un señor, que tiene el "trabajo" porque le viene de herencia, si no es "superior" a nosotros? Sería como querer ser mozo de escuadra porque te gusta la pistola, pero negarte a correr detrás de los malos, porque te cansas. Es evidente, pues, que la monarquía debe ser –y es– sexista. Los hombres, por ser hombres, tienen más derechos que las mujeres. Felipe, el hijo del emérito, es rey porque es hombre. Por orden de llegada le correspondería a su hermana Helena (y si Helena fuera reina y Froilán heredero, yo me haría monárquica irreversible). El caso es que, como "son una monarquía moderna", Leonor, la hija, será reina y ya la tenemos haciendo carrera militar, porque, claro, no tiene ningún derecho a elegir su destino.
Pero si somos modernos, somos modernos. Quiero decir que me parece muy mal, y un sesgo de género inconcebible, que el emérito, que se ha pasado la vida cornupetante su egregia e incluso griega esposa, ahora vea “reforzada” su figura porque la nuera ha cornupedad su hijo. Y en este caso, si el cornupetador fuera él, Felipe, todo el mundo estaría diciendo que "claro, claro, es que ella se lo ha buscado para ser tan bruja". Si en la monarquía hay igualdad, si en la monarquía todo el mundo parece un pez hervido, los cuernos no deben tener género.