04/02/2022
2 min

Esta semana saltaba la polémica por unos mensajes que Carlos Santiso, el entrenador actual del Rayo Vallecano femenino, envió a su staff técnico, hace cuatro años: “Este 'staff' es increíble, pero nos faltan cosas. Nos falta, sigo diciéndolo, hacer una como los de la Arandina [tres jugadores que fueron acusados de agredir sexualmente a una menor en 2017]. Nos falta que cojamos a una, pero que sea mayor de edad para no meternos en 'jaris', y cargárnosla todos juntos. Eso es lo que une a un cuerpo técnico y a un equipo". Pidió perdón y se retractó de sus palabras, pero la presión social para destituirlo se mantiene. No deja de sorprenderme, sin embargo, como muchas personas (básicamente hombres) siguen minimizando estos comentarios (algunos de ellos opinadores con altavoz público), arguyendo que en los chats que comparten son “normales” este tipo de comentarios. Está claro que vivimos en galaxias diferentes. 

Porque sí, los comentarios, los chistes, los vídeos... que alimentan, erotizan y banalizan la violencia sexual son el caldo de cultivo perfecto para que esta violencia se mantenga. 

Hay que identificar todas las derivadas de las expresiones, actitudes, comentarios, conductas... machistas, que hemos naturalizado y que son indispensables para que se lleguen a cometer las violencias machistas. Hay especial énfasis en el plural porque, a pesar de que ha costado, parece que por fin estamos empezando a visibilizar que van más allá de las agresiones que se dan en el seno de la pareja. Gracias a los feminismos hemos entendido que las violencias machistas son todas aquellas que sufrimos las mujeres por el solo hecho de serlo y a las cuales estamos expuestas a lo largo de nuestra vida. Dentro del ámbito de la pareja, pero también en la familia, en la calle, en el trabajo, en las instituciones, en nuestros partos... Por eso, para poder combatir el patriarcado, es indispensable ser conocedoras de lo que tenemos delante. Por ejemplo: si nos situamos en la forma más extrema que adquieren las violencias machistas, los feminicidios, veremos que las estadísticas oficiales han invisibilizado muchos asesinatos de mujeres que quedaban fuera del ámbito de la pareja o la ex pareja. Finalmente, la delegada del gobierno contra la Violencia de Género ha anunciado que en este 2022 (recordamos que el compromiso se adquirió el 2018) se resolverá esta deuda histórica con las víctimas del machismo porque aquello que no se recuerda, aquello de lo que no queda constancia, se acaba olvidando. Y, a la vez, porque fragmentar la realidad del patriarcado lo único que hace es llevarnos a la confusión y a una falta de visión global del verdadero problema. Por fin, y después de años de reivindicación feminista, se englobarán en las estadísticas oficiales los asesinatos con un motivo de género (asesinatos relacionados con la explotación sexual, mujeres asesinadas después de sufrir una agresión sexual...). Así, casos como los de Laura Luelmo o Diana Quer finalmente serán visibilizados como feminicidios, hecho que ayudará realmente a tener un diagnóstico y dimensionar de forma rigurosa el alcance de una de las peores lacras de nuestra sociedad. Porque reparar el olvido es clave para dignificar a estas mujeres, y a la vez hace comprensible nuestra historia y da sentido a la lucha colectiva.

Alba Alfageme es psicóloga especialista en victimología
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