Si uno lo piensa detenidamente, y lo dice un economista liberal, la licencia de alquiler turístico no tiene razón de ser. Las viviendas de una ciudad están para acoger a sus habitantes, actuales y futuros, no para desplazarlos en base a un turista que puede, en una semana, permitirse un desembolso extra que deja fuera del mercado al ciudadano local.
Esto es muy ilustrativo. Imagínese un planeta que tiene solo dos localidades. Un pueblo y una ciudad. En el pueblo viven cien familias. Hay cien viviendas. El pueblo tiene una playa magnífica. En la ciudad hay 20.000 familias. Supongamos que el poder adquisitivo en el pueblo y la ciudad, incluso los alquileres y coste de la vivienda, es el mismo.
Si las veinte mil familias, de vez en cuando, deciden ir a la playa de vacaciones, a pesar de tener la misma renta, pueden ahorrar todo el año para pagar en una semana para alojarse en una de las cien casas una cantidad que ni ellos mismos podrían asumir de manera fija en su propia ciudad. Es decir, son 20 veces más familias y es un gasto que se produce puntualmente (una semana de cada cincuenta y dos). Eso deja sin posibilidades de competir a las cien familias, que verían cómo los propietarios prefieren alquilar los inmuebles del pueblecito a los turistas de la ciudad.
Esto es exactamente lo que le sucede a España. Somos 50 millones de personas y en el mundo hay 1.000 millones de turistas. A razón de 20 turistas por habitante. Y ahorran todo el año para gastar en una semana de cincuenta y dos un dinero en alojarse en un lugar distinto al de su ciudad. Ergo: se desplaza al habitante local de su propia ciudad o población.
Soy economista liberal, y la libertad es nuestro mantra. Pero no a cualquier precio. Por supuesto, tiene que haber redistribución de renta e igualdad de oportunidades. Pero, sobre todo, no puede haber desventajas competitivas. Y la licencia de piso turístico es un generador de desigualdad y desventaja competitiva fenomenal.
Además, daña a los hoteles y a la hostelería, que son sectores económicos clave, generadores de empleo y focos de inversión. Las licencias turísticas no deberían haber existido nunca. La vivienda desempeña muchas funciones. Una es la de activo financiero, pero también tiene un rol social. Es el lugar donde los habitantes de un país tienen que poder vivir dignamente.
Las licencias deberían haberse restringido a lugares específicos donde no hay problemas de vivienda y donde no hay suficientes plazas hoteleras, como complemento a las mismas, revisable cada cinco años.