FP: ¿qué esperamos?

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Un taller de una escuela de formación profesional.

Hay cosas que es necesario consensuar para el bien del país. La educación, en sentido amplio, es una de ellas. Pero especialmente, en estos momentos, la formación profesional y su organización deben transformarse porque debemos disponer de una mirada más amplia; es necesario actuar con coraje e inteligencia para dar una respuesta clara y contundente a su futuro, que está profundamente relacionado con el futuro del país. Éste es el objetivo del grupo de reflexión creado ad hoc, responsable y autor del informe El futuro de la Formación Profesional en Cataluña. Algunas propuestas, y organizado al abrigo de la Sociedad Económica Barcelonesa Amigos del País (SEBAP), de lectura disponible en la web de esta entidad.

Se nos ofreció la oportunidad de plantear esta reflexión serena, abierta y participativa sobre la FP que queremos y necesitamos. Una reflexión que abarca tanto los centros educativos dedicados específicamente a la formación profesional, como los centros de formación de adultos, las empresas y los grupos de interés que tienen cosas que aportar: las organizaciones empresariales, los sindicatos, la administración pública, los distintos sectores políticos y sociales. Entendimos, también, que era necesario partir del aprendizaje de las anteriores estrategias para evitar repetir errores o formular objetivos que no estemos en condiciones de alcanzar.

Las evidencias que conocemos y hemos compartido en este trabajo de reflexión muestran que es necesario potenciar y cambiar aspectos clave del sistema de la FP de Cataluña para alcanzar sus objetivos y transformarlo en lo que el momento actual pide a partir de una mirada integral. Se da la paradoja de que en Cataluña tenemos un buen diagnóstico en torno a la formación profesional, pero que, en cambio, tenemos una estructura de gobernanza que dificulta su eficiencia, un bajo reconocimiento social a pesar de la mejora gradual de esta enseñanza, y baja participación de las empresas. Las personas que formamos el grupo de reflexión decidimos, por tanto, tratar el reconocimiento social de la FP, el papel vital de las empresas, la gestión y organización de la Agencia Pública de Formación y Cualificación Profesionales, y realizar algunas de ellas propuestas de mejora y transformación.

Estamos de acuerdo en que el reconocimiento social de la formación profesional es fruto del impacto cualitativo que tiene sobre el alumnado, y el compromiso de la empresa es clave para acercar al alumnado a la cualificación de los profesionales ya la realidad laboral. Al mismo tiempo, es necesario aumentar el número de empresas que participan como empresas formadoras, especialmente las que están en la modalidad dual, y favorecer una mayor implicación en el diseño del sistema. Para ello, conviene destacar los beneficios de disponer de mayor cantidad y diversidad de empresas en la modalidad dual. También es necesario facilitar los trámites administrativos, burocráticos y laborales para que las empresas no vean un desincentivo en su participación en el sistema.

En cuanto a la Agencia, tiene la función de dirigir y coordinar el sistema de la formación profesional en Cataluña y, de forma concreta, establecer la coordinación de los centros y las entidades que conforman la red del sistema (formación profesional inicial, formación profesional para el empleo y formación continua). Actualmente, su gobernanza es complicada: la segmentación de sus ámbitos de trabajo en diversas consejerías genera duplicidades e ineficiencias, y hoy en día es necesario plantear la duda rigurosa de la utilidad y vigencia de esta segmentación. Todo ello, sin contar con que también sería necesario arraigar el paradigma de la formación a lo largo de la vida. Así pues, una Agencia actualizada debería contar con la asunción de estas nuevas competencias, así como con la incorporación de las unidades administrativas correspondientes que definen el sistema de la FP, hoy adscritas a los departamentos de Educación, de Empresa y Trabajo, y de Presidencia, para garantizar una mayor eficiencia y eficacia. Sería necesario, por tanto, modificar el organigrama de la Agencia para facilitar la gestión de las funciones que proponemos atribuirle y poder superar así la dualidad tradicional entre Educación y Empresa –y los respectivos mundos que representan.

En definitiva, lo que queremos, lo que deseamos, es que esta reflexión y las propuestas que le acompañan –si es necesario, mejoradas, ampliadas y subsanadas– sean consensuadas para ser un objetivo de futuro para el país, un objetivo compartido para disponer de una buena formación profesional, más valiosa, reconocida y con una gobernanza y gestión que la hagan más competitiva, comprometida y efectiva. La conformación de un nuevo gobierno en Cataluña debe posibilitar una nueva organización de la FP optimizando todo lo que se ha hecho bien en los últimos años y encajando un nuevo organigrama que lo haga posible y gestionable.

Quizás no dispongamos de todo lo que quisiéramos en la definición de nuestro sistema, pero, aun así, nos hemos dotado de herramientas valiosas y necesarias para responder a la responsabilidad que como sociedad nos corresponde asumir hacia la educación y el país. Utilícelas y utilicemos bien, exprimiéndolas tanto como podamos.

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