El futuro Museo Carmen Thyssen: luces y sombras
La ciudad de Barcelona ha aprobado inicialmente la reconversión del antiguo Cinema Comèdia en un museo dedicado al Modernismo (Casas, Rusiñol, Mir o Nonell) y vestidos de alta costura, por iniciativa de un fondo de inversión y la colección de Carmen Thyssen. Escribo esta frase a conciencia, cuyo sujeto es "la ciudad de Barcelona". El documento urbanístico se ha hecho público, lo que permite analizar con detalle lo que el Ayuntamiento de Barcelona propone en lo que se refiere a los supuestos siempre más controvertidos de la ley de urbanismo: la participación de la comunidad en las plusvalías generadas por la actuación urbanística y el principio de la función social del derecho a la propiedad.
Sin entrar en el contenido museístico (yo de esto no sé suficiente), intentaré hacer una síntesis de lo que propone el documento a escala urbana, porque no todo el mundo entiende los documentos técnicos. Según el levantamiento topográfico, hoy el Cinema Comèdia –el edificio– consta de 5.595.97 m2 de techo sobre rasante y de 1.062,77 m2 bajo rasante. La nueva propuesta podría llegar a 11.000 m2 de techo: 8.250,00 m2 de usos socioculturales, entre los que se detallan museo, auditorio, oficinas y talleres, y 2.750,00 m2 de usos comerciales y de restaurante. Por lo tanto, de entrada se propone doblar el volumen edificado existente.
Este aumento de volumen se justifica a fin de edificar y tapar las medianeras de los edificios vecinos (según las secciones, incluso se llega más arriba de las remontes de los vecinos). Como recuerda el documento urbanístico, los edificios vecinos están en situación de "volumen disconforme", por lo que, cuando se derriben, las nuevas edificaciones tendrán que reducir la altura hasta donde prevé el planeamiento vigente. He escrito en otras ocasiones que no tengo nada en contra de la edificación en altura, pero en este caso no me parece que condicionar el volumen del futuro Museo Thyssen a las medianeras adyacentes aporte nada a la ciudad. Si se aumenta el volumen será porque conviene a la colección que se quiere exponer, y esto se puede hacer de muchas maneras.
Según el estudio histórico, en origen, el Palau Marcet (de estilo neoclásico, construido antes del Modernismo) fue un palacio burgués a cuatro vientos, rodeado por un gran jardín privado, ahora convertido en el Hotel Avenida Palace. Cierto es que las ciudades no se detienen y que la densificación es un síntoma de vitalidad económica. Pero las imágenes del volumen propuesto eliminan las cubiertas con tejas o conchas de cerámica vidriada de Manises y eliminan el único vestigio del carácter exento del palacete al construir el espacio entre el Palau y la finca vecina del Passeig de Gràcia. Haced la prueba, situaos frente a la tienda Oysho y comprenderéis que la medianera esgrafiada tiene un encanto y una lógica urbana acertada: hay que recordar que no todo el Eixample se construyó con voluntad de rellenar la edificabilidad de las parcelas. Este vacío se preservó incluso cuando se acabó el cine después de la guerra; nada costaría retirar el plano de la fachada en este extremo. Estudiar un volumen distinto también puede ayudar a mantener horas de sol en los pisos vecinos en invierno, con un soleamiento comprometido por los nuevos volúmenes.
El documento, además, propone que se puedan implantar un 25% de actividades complementarias: uso comercial y restaurante. Según el proyecto vinculante que se adjunta, el antiguo acceso principal por el chaflán quedará ocupado para el uso de restauración, que también se desarrolla en la planta quinta, y se entrará en el edificio por un atrio al lado, que se intuye algo pequeño si las predicciones de visitantes se alcanzan: 750.000. Dice el documento: "Teniendo en cuenta que dentro de la actividad del museo se expondrán elementos relacionados con el diseño textil, se prevé que dentro de las actividades complementarias del equipamiento se puedan admitir usos comerciales vinculados con el textil". A ver, estamos hablando de locales comerciales alquilados al grupo Inditex (Massimo Dutti, Oysho) y Guess. Una cosa es vender una decena de almohadas artesanales fabricadas según una técnica tradicional y la otra es vender miles de pantalones y ropa interior fabricada en Asia. Afortunadamente, parece haber un informe jurídico que apunta esta incongruencia. Ya se entiende que una inversión millonaria debe rentabilizarse de alguna manera (el plan apunta a 22,7 millones de costes de construcción; la propiedad dijo que la inversión global ascendería a 100 millones), pero habría que ver los costes de las entradas y el plan de negocio asociado. ¿Se podrá subir a las cubiertas sin pagar? ¿Parte de los ingresos por los accesos van a revertir a políticas culturales? La Casa Batlló recibió 1,5 millones de visitantes en el 2023 y facturó más de 50 millones.
Uno de los objetivos explícitos del documento urbanístico es la creación de un referente urbano. Por todo ello parece oportuno abrir el pertinente concurso de proyecto urbano. Porque, aunque sea una iniciativa privada, como decía al inicio, será la ciudad de Barcelona quien acabará otorgando los derechos de planeamiento a la propiedad. Esto no nos hace ni menos cosmopolitas ni menos internacionales: es lo que ocurrió con la Pirámide del Louvre, el Centro Pompidou o la ampliación del Palacio de Villahermosa en Madrid para la colección Thyssen-Bornemisza.