Gesticulaciones

Alberto Núñez Feijóo en el Forum Europa de Madrid el 28 de enero.
29/01/2025
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Tras votar en contra de la actualización de las pensiones, el Partido Popular acusa al gobierno de tener secuestrados a los pensionistas como rehenes, sale a la calle a pedir firmas para que Sánchez libere a los jubilados (el PP pidiendo firmas por la calle es ya una tradición de infausta memoria) y Feijóo corre a hacerse una foto en una residencia geriátrica. Una serie de gesticulaciones absolutamente descompasadas con el objetivo, que el PP suele conseguir, de desviar la atención respecto a su responsabilidad: no es solo el primer partido de la oposición, sino también el primer partido del sistema político español, y este hecho es causa y consecuencia a la vez de las carencias estructurales de la democracia española. En el caso concreto de la votación del incremento de las pensiones, ha recurrido a una argucia habitual de su repertorio, como esgrimir una cuestión formal (la siempre dudosa técnica legislativa de los decretos ómnibus) para esconder la cuestión de fondo (la guerra de desgaste contra el gobierno). Hace demasiado tiempo que el PP se ha acostumbrado a la política de las escenificaciones chapuceras, presentándose invariablemente como víctima cuando es el partido sistémico por antonomasia. Si el PP tiene ganas de combatir los males de las leyes ómnibus puede mirar a su gobierno en Baleares, que votó a favor de un paquete de medidas que supuestamente eran para desregular la construcción en rústico pero incluían una serie de enmiendas de Vox que suprimían el catalán como lengua oficial de Baleares y como lengua vehicular de la enseñanza. Dijeron que lo habían votado por error. Dos meses después, seguimos pendientes de conocer la salida jurídica al desastre causado ese día. El PP gesticula, pues, mientras su partido hermano e hijo (mantienen una relación saturnal), el neofranquista Vox, engorda. Sobre todo cuando al PP del decaído Feijóo le sale mal la jugada, como ha vuelto a ocurrir en esta ocasión.

Y es que Junts ha logrado llegar a una transacción con el gobierno español (el voto afirmativo en el nuevo decreto de las pensiones a cambio de un sí de los socialistas a una moción de confianza, que ya se verá si sigue adelante o no) y ha descolocado así al PP, que apenas la semana pasada había visto con complacencia cómo los postconvergentes volvían a orbitar cerca de ellos en materias sociales. Junts, por tanto, también gesticula, en su caso con el propósito de demostrar que sus siete diputados son capaces de doblegar al prepotente Sánchez, al que de todos modos necesitan en el poder porque la alternativa del PP y Vox tiene como prioridad derogar la ley de amnistía y reactivar, fortalecida, la persecución contra el independentismo. Y gesticula también el PSOE, que nunca ha dejado de ir a rebufo del PP en todo pero que ahora necesita subrayar el divorcio existente entre los dos grandes partidos españoles, y en el fondo de la escena gesticula también Sumar, intentando sacar un poco la cabeza en un escenario polarizado. Y así, con los plenos del Congreso convertidos en espectáculos semanales de ruido y furia, se ha acostumbrado a discurrir la política española.

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