Hacía mucho tiempo que en la capital española circulaban rumores sobre la crisis de gobierno que preparaba Pedro Sánchez pero nadie podía sospechar que tendría el alcance que finalmente ha tenido. Hasta siete nuevos ministros (cinco mujeres y dos hombres) entran a formar parte de un ejecutivo del que caen pesos pesados del sanchismo como la ya exvicepresidenta Carmen Cavo o José Luis Ábalos, que también abandona el cargo de secretario de organización del PSOE después de haber sido la mano derecha de Sánchez desde que recuperó la secretaría general del partido. La remodelación afecta también de pleno al equipo más cercano al presidente, puesto que prescinde de su principal asesor, Iván Redondo, que ocupaba el cargo de cabeza de gabinete, en una noticia recibida con satisfacción en el PSOE, que siempre había desconfiado del excesivo poder que acumulaba.
Sánchez, pues, da un golpe de timón en plena legislatura con un mensaje claro: un nuevo gobierno con las fuerzas renovadas, con gente que proviene del PSOE, principalmente de alcaldías de ciudades medianas, que pertenece a la misma generación que el presidente (nacido en los años 70) y con quienes tiene la intención de agotar la legislatura. ¿Y cuál será el objetivo de estos próximos dos años? Pues básicamente la recuperación económica después de la pandemia, y por este motivo la nueva vicepresidenta primera será la titular de Economía, Nadia Calviño, el nombre que sale más reforzado de la crisis. Calviño, bien vista en Bruselas, será la que pilotará, junto con el equipo de presidencia que liderará Félix Bolaños, el reparto de los fondos europeos.
En clave catalana sorprende el cambio de ministerio de Miquel Iceta, que apenas seis meses después de aterrizar en Política Territorial se hará cargo del ministerio de Cultura y Deportes. Sánchez no ha querido premiar uno de los puntales del sanchismo en el territorio, más bien al contrario, a pesar de que Iceta continuará jugando un papel importante en la carpeta catalana. Otra de las sorpresas del cambio de gobierno es el fichaje de la alcaldesa de Gavà, Raquel Sánchez, para ocupar la cartera de Transportes. El PSC, pues, gana un representante más en el consejo de ministros y con un departamento especialmente sensible para Catalunya, como es el de las infraestructuras. Desde Josep Borrell con el último Felipe González que un catalán no ocupaba este ministerio, uno de los más bien dotados económicamente y que toma decisiones claves para el desarrollo económico y la cohesión territorial.
Pero si hay algo que caracterizará a partir de ahora a este gobierno, y más después de la marcha de Pablo Iglesias, será el presidencialismo. Una vez fulminada Susana Díaz en Andalucía, Sánchez ya no tiene oposición interna en el partido. El nuevo gobierno de alguna manera ejemplifica este poder absoluto, y es una manera también de avisar a la oposición de que no tiene ninguna intención de tirar la toalla, más bien al contrario. Deshaciéndose de lo que hasta ayer mismo era su núcleo duro, Pedro Sánchez aparece ahora, liberado ya de hipotecas, como único responsable de todas las decisiones. Probablemente, el auténtico sanchismo empieza ahora.