El placer de la despreocupación

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Una familia en la playa.

Nunca he ido a pescar con caña. Pero muchas veces he pensado en ello mientras dedicaba el rato a la lectura. Creo que son dos actividades que tienen algún punto en común: son relajantes, requieren paciencia y, de vez en cuando, ofrecen la alegría de la recompensa.

En la novela Adaptarse, de la parisina Clara Dupont-Monod (Salamandra), el tirón del hilo llegó pronto: nada más empezar a leerla ya había pescado una frase que hizo que me rindiese a la lectura. "La despreocupación, una noción perversa, solo se saborea una vez extinguida, cuando se ha convertido en un recuerdo".

Esta reflexión sabia hace referencia a unos padres que, habiendo creado una familia feliz, con un hijo y una hija, deben asumir la discapacidad severa de su tercera criatura. Una vez que se han enfrentado a esta dramática realidad, estos padres jóvenes hablan de "sus últimos momentos de despreocupación", cuando no eran conscientes de ello ni lo valoraban.

La autora vivió de primera mano lo que significa la llegada de un niño discapacitado para una familia –la suya, cuando era pequeña–. De esta experiencia, a la que ha confesado en entrevistas que está muy agradecida, ha surgido una novela tierna y delicada, profunda y vital.

En la región montañosa de las Cévennes, una familia sana y feliz ve cómo la despreocupación desaparece de su vida con el nacimiento del tercer hijo, que no ve, no habla ni se mueve, ni lo hará nunca. En contra del pronóstico de los médicos, el niño vive muchos años. La originalidad de la narración de Clara Dupont-Monod es que esta realidad, que deben vivir muchas familias en todo el mundo, nos llega desde los puntos de vista de los hermanos. El hermano mayor, sufridor, que hace de la protección del hermanito su misión en la vida; la hermana mediana, que rechaza a esta criatura discapacitada que anula la alegría de los padres y le quita la atención del hermano mayor (y que, obviamente, se siente culpable por ello), y el último hermano, nacido cuando el niño enfermo ya está muerto y crece ensombrecido por su poderosa ausencia ("los ausentes también eran miembros de la familia").

La descripción minuciosa y poética de una naturaleza que les hace compañía redondea este relato breve y poderoso, que te agarra por la nuca y no te suelta hasta la última página.

Clara Dupont-Monod, especialista en literatura medieval y periodista, ha seducido a los lectores franceses con esta novela, galardonada con los premios Fémina y Goncourt des Lycéens. Esta escritora asegura que haber convivido con un hermano con parálisis cerebral le hizo ser más paciente, más tolerante, menos necia. Y acaba preguntándose: ¿y si los inadaptados somos nosotros?, ¿y si la anormalidad reside en una sociedad que quiere apartar a los diferentes?

La autora de Adaptarse asegura que escribir esta novela no le ha resultado terapéutico porque solo ha podido escribirla cuando había pasado el duelo y había decidido seguir adelante. Una opinión que quizás no es necesario compartir, pero sí tener en cuenta. Y también añade que se ha escrito mucho del lado negativo de la familia, pero que también existe un lado extraordinariamente positivo, hasta el punto, dice, de que quien no tiene familia se fabrica una.

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