La gran desconexión
Un país bloqueado. Quizás no era tan mala idea tener un pequeño kit de supervivencia en casa, porque el apocalipsis no avisa. La fragilidad de nuestro entorno hiperconectado y sofisticado ha quedado de manifiesto de la manera más rotunda. Sin transporte público y con miles de viajeros atrapados, ni pagos con tarjeta, ni bases de datos para organizar empresas, ni servicios, ni electrodomésticos, ni semáforos, ni puertas electrónicas, ni cajeros automáticos, ni medicamentos con receta electrónica, ni ascensores, ni llamadas, ni tantas acciones habitualmente mecánicas e imprescindibles que son nuestro día a día.
Aún no sabemos el porqué, pero ya sea por una avería, un sabotaje, un ataque cibernético o por cualquier otra causa, la evidencia es que la gravedad del incidente es máxima y la fragilidad de la red eléctrica es enorme. Las consecuencias de este apagón histórico son económicamente inalcanzables y habrá que saber con detalle qué ha fallado para que no ocurra nunca más. También queremos saber cuáles son los planes de contingencia establecidos en materia de emergencias y seguridad y cómo ha actuado Red Eléctrica Española y con qué celeridad para conectar las subestaciones y restablecer el servicio. Detener toda la vida de un país es algo extraordinariamente grave que exige explicaciones y competencia técnica y política para obtener una solución que, de momento, no es ni rápida ni diligente.