La hora de llenar los estadios de banderas LGBTI

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Exterior del estadio de fútbol Allianz Arena, iluminado con los colores del arcoíris, Múnich, Alemania

La semana pasada muchos clubes de fútbol cambiaron su imagen en las redes sociales para reivindicar el Día del Orgullo. La bandera LGTBI llenó las redes. La misma bandera que las autoridades húngaras no querían en la fanzone de Budapest durante la Eurocopa. La misma bandera del arcoíris retirada por guardias de seguridad a dos aficionados daneses en el estadio de Bakú, en Azerbaiyán. Es el camino: seguir llevando estas banderas a los estadios hasta que nadie se atreva a retirarlas.

Algunos aficionados respondieron en las redes sociales, ahí donde los cobardes y los ignorantes se sienten más cómodos, indignándose con sus clubes de fútbol. Un personaje respondía indignado quejándose de que no existe el "día del orgullo heterosexual". Reivindicando ser respetado y tratado por igual. Imposible tratar a alguien tan burro tal como tratas a los demás. Quien pide un "día del orgullo hetero" tendría que aceptar que siempre será tratado de manera diferente, no por heterosexual, sino por corto de miras. No conozco ningún caso de un aficionado heterosexual que entre en un estadio con miedo de darle la mano a su pareja, no fuera caso que los agredan. No conozco el caso de ningún hombre heterosexual que aguante estoicamente, apretando los dientes, mientras insultan al árbitro con gritos como "¡Eres un hetero, que te gustan las mujeres!" No conozco el caso de ningún futbolista que no se atreva a decir públicamente que le gustan las personas del otro sexo.

Claro que nos hacen falta, las banderas del arcoíris en los estadios. En los estadios y en las calles. El fútbol sigue siendo uno de los espacios más machistas y más homófobos de nuestra sociedad. Y entidades como la UEFA no pueden esconderse detrás de posturas fáciles como "Nosotros no hacemos política", puesto que hacerlo es perder una oportunidad de poner en evidencia la vergüenza de los gobiernos, como los de Hungría o Azerbaiyán, a los que no se les caen los anillos a la hora de hacer política con el deporte. Y si alguien niega que estos gobiernos utilizan el deporte para hacer política, es un ignorante. La UEFA, como otras entidades, no puede quedarse quieta intentando fingir ser equidistante. La neutralidad, en casos como la homofobia o el racismo, no existe. Y así como ya se ha avanzado bastante en la lucha contra el racismo y el machismo en el fútbol, ahora toca dar pasos adelante en la lucha contra la homofobia. Mientras dos jóvenes sean agredidos en nuestras calles por darse un beso, mientras un chico pierda la vida entre gritos homófobos, mientras la gente tenga miedo a presentar a su pareja, no se puede ser neutral. Hay que llenar los estadios de banderas del arcoíris. Hacen falta jugadores que se sumen a la lucha, como Goretzka. Como ya han hecho tantos arrodillándose contra el racismo. Hay que decidir qué fútbol queremos, puesto que será un buen resumen de la sociedad que queremos.

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