Los infiltrados y el enemigo interior

Una bandera española.
13/01/2025
Periodista
1 min
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TV3, en colaboración conLa Directay Polar Star Films, nos mostró cómo el agente de policía, pillada por su pareja, le explicó que "hay infiltrados en toda España, ¿lo entiendes?" Y enseguida, con una mezcla de impunidad y mala conciencia que le disparaba la locuacidad en la pantalla del móvil, se desnudaba nerviosamente de la careta de compañera cariñosa con la que había ocultado su misión en Girona durante tres años y se ponía el uniforme. "Me hais pillado, sí. ¿Y?"

Sabíamos que el Estado podía infectar nuestros móviles y espiarnos sin orden judicial, pero ahora es como si le hubiéramos visto la cara en la garganta profunda del Estado, esa dimensión del poder político que sabemos qué existe, pero que nunca no vemos y que, si acaso, nos lo imaginamos persiguiendo a terroristas o narcotraficantes, y que querríamos pensar que persigue a grupos fascistas que quieren acabar con la democracia.

La dimensión humana del engaño duele, así como la falta de investigación judicial de los hechos. Probablemente, prácticas similares pueden estar ocurriendo en otros estados democráticos. La naturaleza del Estado le coloca a sí mismo, es decir, a sus representantes, sus secretos y sus intereses, como el bien máximo a proteger. Pero comprobar que cualquiera de nosotros puede estar en la lista, y sentirle admitir que se infiltra entre los ciudadanos convertidos en sospechosos, en función de la ideología que al Estado le parece peligrosa, confirma que España no ha abandonado la misión de vigilancia del enemigo interior.

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