Un titular del ARA dice que "más de 400 militantes de ERC se suman al manifiesto rovirista para relevar a Junqueras". Me maravio de la normalidad con la que hemos pasado a utilizar los apellidos o los nombres de los políticos añadiendo éste -ista o -ismo, que forma sustantivos abstractos con el significado de “corriente literaria”, “sistema” o “tendencia”.
Tenemos aquella frase “El junquerismo es amor”, que dijo el propio Junqueras, en pleno Proceso (o quizás ya instalados en el procesismo). No hemos dicho "puigdemontismo", pero hemos hablado de "puigdemontistas". Los del PP hablan del “sanchismo”. Tuvimos “arrimadistas”, pero hoy ya no se acuerda de nadie. No tenemos "garriguismo", por parte del señor de Vox, pero es porque a tal señor se le conoce muy poco.
Si el apellido del personaje es muy frecuente, no funciona. David Fernández no ha dado "fernandismo". No hay cupismo, ni ha habido "boyismo", pero ha habido "cuperos". Por lo general, hablamos del apellido, excepto en algunos casos. Si nos referimos a Laura Borràs lo llamamos “laurismo” para indicar, quizás, una fe absoluta en la líder, y “borrasismo” si sólo nos referimos a los seguidores de su corriente.
Hay un punto irónico, en el uso de estas palabras. Indican un puntito mesiánico, al igual que hablamos de “nacionalismo”, de “patriotismo” o de “judaísmo”. Siempre que las veo escritas sonrío, porque las utilizamos con toda naturalidad. "Manifiesto rovirista". Rico, porque indica que seguro que conocemos a Marta Rovira y que sabemos qué quiere y qué pide. Yo, a veces, en casa, cuando me encuentro con algo fuera de lugar, culpo al “fillismo”. La lengua está tan viva y tan dúctil como la mantequilla a temperatura ambiente.