En su (extraordinaria) crónica de ayer, Joan Burdeus decía que el presidente Illa, en la charla a puerta cerrada con el escritor Javier Cercas, revivió "el neopujolómetro" reivindicando los libros como "una forma de mejora personal más que de disfrute".
Sin querer y queriendo tratamos los libros como un fenómeno cultural diferente a los demás. En los libros, que evidentemente requieren una técnica más sofisticada de consumo, les pedimos más para que nos sintamos culpables. Para empezar, esta mejora personal. La mejora no la pedimos al manga, al cine oa las series, y no lo hacemos porque son parte de nuestro consumo de ficción habitual y no hace falta que nadie nos espolee, al revés. Para entendernos: los libros son el apio; las series y los videojuegos son las albóndigas con sepia. Nos espolean a comer apio porque tiene, sobre todo, vitaminas y es "sa". A las albóndigas con sepia no les pedimos nada, salvo placer; si es necesario, destacaremos que, "encima", tienen vitaminas. Nos habría importado poco si una película o una serie nos hacía crecer personalmente, porque esto, en cualquier caso, sería un valor añadido, pero no el interés del autor o del lector. Una película, una serie o un cómic, ya no hace falta decir un videojuego, debe entretener, sobre todo.
Por eso es tan importante que los libros que hacemos para adolescentes no sean "morales". Un libro para jóvenes es inclusivo, anti-bullying y pro diversidad, pero una película no. Puede ser violenta, inmoral, pornográfica, marrana, asquerosa y sexista. Por eso, tal vez, es tan divertida.
Leer es más complicado que mirar. Es necesario ejercitar el músculo, extraño, que convierte signos en un mundo. Ni jóvenes ni mayores se ejercitan. Sólo se puede encontrar placer al correr si te pasas tres meses no entendiendo nada mientras intentas correr. Mi receta para mayores y pequeños es leer en voz alta. Con una copa de vino o de refresco, con unas patatas rubias. Leer, leer en voz alta como los monjes, por turnos. Y sin móvil. No se puede leer con un móvil al lado que vibra. Ésta es la desgracia y la suerte.