Los límites de la vida, romperlos

Contaminación
28/09/2025
Escriptor
2 min

La mayoría se ha acostumbrado a no prestar atención a las advertencias de los científicos sobre la mala relación de la especie humana con el planeta. Muchos oyen o leen estas noticias con indiferencia, a veces con aprensión o con pereza, e incluso con hostilidad. Los discursos anticientíficos, y las actitudes contrarias o recelosas al conocimiento, al estudio ya la cultura, se han convertido en habituales y son representadas por un buen puñado de líderes mundiales, con el inevitable presidente de EE.UU. al frente. Desprestigiar la ciencia, la cultura y el conocimiento es una buena manera de avanzar hacia sociedades desinformadas, confusas, fáciles de engañar y, por tanto, dóciles.

La semana pasada se conoció el informe anual del PIK, siglas con las que se conoce el Potsdam Institute for Climate Impact Research. Su equipo internacional de investigadores, dirigido por el profesor de la Universidad de Potsdam Johan Rockström, estudia desde 2009 cuál es el riesgo que corremos de romper el equilibrio natural y la capacidad de resiliencia de la Tierra. Parte del dato de que el clima del planeta se hizo estable hace once mil años (el holoceno), lo que ha permitido, durante este tiempo, el desarrollo de la agricultura y la ganadería, la domesticación de animales y finalmente la construcción del mundo moderno. La pregunta que se esfuerzan por responder a los científicos del PIK es en qué momento esta estabilidad puede llegar a encontrarse en peligro, debido al impacto de la actividad humana en la naturaleza.

Para responderla, definieron nueve límites que, considerados en su conjunto, e interconectados entre ellos, definen el espacio operativo seguro de la vida en la Tierra. Estos nueve límites son: cambio climático, pérdida de biodiversidad, usos del suelo, uso del agua dulce, ciclos biogeoquímicos, contaminación química, acidificación de los océanos, aerosoles atmosféricos y capa de ozono. En la revisión de 2025 se ha constatado que, de los nueve límites, ya se han transgredido los siete primeros. El último de la lista en entrar en zona insegura ha sido la acidificación de los océanos, es decir, el índice de acidez de las aguas marinas. Sólo los dos últimos (aerosoles atmosféricos y capa de ozono) se mantienen todavía en zona segura. Pero los otros siete muestran, en cada examen, una mayor y más acelerada tendencia al deterioro.

La transgresión de cada uno de estos límites no comporta automáticamente un cambio catastrófico, pero sí apunta hacia una situación de peligro para la vida en nuestro planeta. Rockström insiste en que "el diagnóstico es grave, pero hay curación; el fracaso no es inevitable". Sentir esto consuela, pero quizá sea un mensaje erróneo, porque la respuesta inmediata de los gobiernos, que son los que pueden dar pasos significativos para corregir este rumbo, es relajarse: China acaba de anunciar que reducirá emisiones de CO₂... a partir de 2035. Mientras tanto, los científicos del PIK nos avisan de que estamos vivir, como si la casa amenazara con caer sobre nosotros y ni siquiera hacemos caudal.

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