Ahora que es Semana Santa y nos viene a la cabeza Maria Magdalena, recordemos que la ministra española de Igualdad, Ana Redondo, anunció que el gobierno español presentaría próximamente una proposición de ley para penalizar a la persona o sociedad que proporcione un lugar para ejercer la prostitución. Se lleva adelante como “primer paso, no definitivo, pero sí importante” de una hoja de ruta cuyo objetivo final es la abolición de la prostitución. "Como socialista que soy no les negaré que el abolicionismo es un fin", dijo.
Penalizan a todo el mundo que ayuda a ejercer la prostitución, excepto prostitutas y prostitutos (nunca lo dicen, pero también hay hombres prostitutos). Penalizan a los clientes (y clientas, que también los hay), los dueños de locales (y amas de casa, lo que llamamos “madams”), los proxenetas (y las proxenecitas)... Si de verdad quieren acabar con la prostitución deben hacer algo parecido a la ley de vagos y maleantes del franquismo. Si la prostitución les parece criminal, pero no castigan al criminal porque "es una víctima", seguiremos como hasta ahora. Muchísimas, muchísimas peluquerías son prostíbulos encubiertos. Más de una vez me ha pasado que he ido a “hacerme la cabeza” a una peluquería cualquiera (porque estaba vacía) y he comprobado que mi petición era excéntrica.
Yo no querría que mi hija ejerciera la prostitución. Pero tampoco quisiera que se dedicara al porno, que es legal. La explotación se produce en muchos oficios, como el de la moda o el deporte, con esclavos cosiendo, y no queremos prohibir la moda o el deporte. Queremos prohibir la explotación. Hay prostitutos y prostitutas que por muchas razones quieren ejercer. En la radio, de vez en cuando, se entrevista a esta mujer que ejerce la prostitución con chicos que tienen alguna carencia psíquica y que también tienen derechos sexuales. De ésta no decimos que ejerza la prostitución, sino que hace un servicio social.