Imagen de la antigua Masía del Barça
28/10/2024
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Cuando el sábado escribí aquí que "la victoria es bien posible en el Bernabéu", admito que no estaba pensado en un 0-4 ni en el baño de juego al que tuvimos la felicidad de asistir. Honor y gloria a la actual generación vestida de azulgrana, que a partir de esa fecha ha quedado emparentada para siempre con el 0-5 de Cruyff y Sotil, el 0-3 de Ronaldinho y Rijkaard, el 2-6 de Messi y compañía con Guardiola de entrenador, el 0-4 de Suárez y Neymar en el año del triplete con Luis Enrique, o el más reciente 0-4 con Xavi en el banquillo.

El 0-4 tiene importantes efectos prácticos, como los seis puntos de distancia en la clasificación (que son siete si contamos el probable goal average), pero el impacto es mucho más profundo. El Barça ha enseñado a todo el mundo que el Madrid era un rey que iba tan desnudo que no sabía ni cómo atacar a una defensa avanzada. En una noche, toda la soberbia del palco del Bernabéu se ha transformado en rabia de Chiringuito y en dudas sobre el modelo galáctico de hacer las cosas. Ya les molestaba que Lamine Yamal le ganara la Eurocopa a Mbappé y a Bélingan (que mayor que eres, Albert Martín), pero disimulaban porque se beneficiaba España. Ayer, no, ayer lo insultaban con gritos racistas ante la pasividad del árbitro.

Lo que nos lleva al tuétano, es decir, a Johan Cruyff. Suya es la frase “cada desventaja tiene su ventaja”. La gran desventaja del Barça es que está endeudísimo y, como no puede fichar, ha tenido que subir a chavales de La Masia, y como en el Barça La Masia hace décadas que no se improvisa, le ha salido bien hacer de la necesidad virtud. Pero habrá que seguir creyendo en ello si queremos que la personalidad del Barça siga siendo única entre los grandes del mundo.

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