1. Me había reservado la última contraportada del año para comentar los discursos televisados de Navidad del rey de España y del presidente de la Generalitat. Pero, una vez oídos y digeridos, he cambiado de opinión. Felipe VI hizo un sermón indigno e indignante, alejado de la realidad. Salvador Illa debutó en el cargo con un parlamento sumamente tristón. Uno demostró lo que ya sabemos, que no tiene los pies en el suelo ni cuando le echan barro en la cara. El otro evidenció un sucursalismo sin complejos que tampoco sorprendió a nadie. Ni jugo, ni brezo. Después de oír las palabras comprometidas, sinceras y valientes de Aitana Bonmatí al recoger la Cruz de Sant Jordi, todo lo demás todavía parece más descafeinado, baladí y burocrático. No vale la pena cerrar el 2024 de mal humor. Por eso aprovecho la última columna para sacarme el sombrero delante de dos personas que sí valen la pena. Mirna Lacambra y Salvador Sunyer han ensanchado la base de la cultura en Catalunya durante décadas, han trabajado con desazón para hacer crecer dos proyectos creados por ellos mismos y, ahora que el éxito de las respectivas iniciativas parece perpetuo, han decidido plegar. La edad y la casualidad ha querido que ambos anunciaran el paso junto a este inicio de invierno.
2. Cuando Salvador Sunyer se inventó el Temporada Alta, en Girona, Barcelona era la capital del mundo, apenas terminados los Juegos Olímpicos de 1992. En ese momento, El Celler de Can Roca aún no tenía ni una estrella Michelin y Salt no estaba en el mapa gastronómico mundial El Girona de fútbol se afanaba por no bajar a Tercera División. y terquedad. Con sus socios Domènech y Masó, Sunyer fundó Bitò Produccions, la empresa de producción que gestiona el Temporada Alta. aquellos cuatro espectáculos del primer año, representados en el Centro Cultural La Mercè, a los 110 espectáculos de este año, que han llevado, como consecuencia, hasta en el lógico récord de espectadores. 60.436 personas, en diecisiete escenarios, durante once intensas semanas. valiente durante 33 años, hoy hay bofetadas de las compañías para estrenar sus montajes en el Temporada Alta, todo el mundo quiere llevar sus producciones, a un Festival de tanto prestigio. Y por voluntad del propio Sunyer, Girona no se ha quedado recluida en la cosa de la catalanor para catalanitos, sino que se ha convertido, también, en un referente en el programa internacional. fui a ver al monólogo, más aplaudido que exitoso, de Toni Servillo. Aquella noche me di cuenta de un fenómeno que me habían comentado. bonito, pero tiene un aforo limitado. Tal vez, para grandes montajes, en Girona necesita construir un teatro con mucha más capacidad.
3. Mirna Lacambra es una mujer vinculada a sus dos grandes pasiones. La ópera y Sabadell. Ahora, a los 91 años, ha decidido dejar la dirección de Òpera en Catalunya, después de 42 años de llevar la batuta de una pasión vital. La de difundir y emocionar a gente de todos los bolsillos. Sin ella, la ópera habría quedado seguramente como un espectáculo exclusivo del Liceu. Gracias a su empuje y con absoluto conocimiento del sector, como soprano reputada que fue y como hormiga constante en el trabajo, ha tenido el acierto de popularizar la ópera y llevarla por toda Cataluña, con repertorios, músicos y elencos de cantantes que han hecho el disfrute de mucha gente durante muchas décadas. Como en el caso de Salvador Sunyer, su manía ha conseguido descentralizar la cultura, ha dado trabajo a mucha gente y ha hecho felices a muchos espectadores. Bravo, brava, y muchas gracias.