El mundo al revés

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El ministro de Justicia, Félix Bolaños, a las puertas del Tribunal Supremo

Como en materia de Cataluña ya no nos extrañamos de nada, acabamos normalizando situaciones que normales no tienen nada. Por ejemplo, que el poder legislativo tenga que jugar al gato y la rata con el poder judicial para asegurarse de que aplicará una ley el día que se apruebe. Es decir, el rechazo a la amnistía de la cúpula judicial española es tan manifiesto y hace tanto tiempo que ha saltado por los aires su imparcialidad en cuestiones del Proceso que todos ya sabemos que hará lo posible y lo imposible por no aplicar -la. Por eso el legislador llega al extremo de hacer constar en la ley que el día que entre en vigor la amnistía, a los amnistiados no se les puede detener. O hace constar que según qué efectos haya tenido el terrorismo sí se puede amnistiar, y todo porque parte de la estrategia judicial pasa por convertir el Tsunami y los CDR en terrorismo. Claro, cuando la justicia ve terrorismo en una manifestación tienes que acabar redactando leyes que tengan en cuenta esta ficción paralela judicial para que no te rasguen la voluntad legislativa.

Esta cautela máxima en la redacción de la ley hemos llamado “blindar”, y, francamente, en Cataluña hemos visto vulneradas tantas competencias que se daban por blindadas que parece una ingenuidad pensar que la amnistía está blindada. Y, mientras, el deterioro institucional no para. Un cargo del PP dice que el Tribunal Constitucional "es un cáncer del estado derecho" (luego debe retirarlo) porque dice que ve connivencia del presidente del tribunal con los socialistas. Ya se sabe que al PP le gustan "los fiscales de confianza" y los tribunales que puede "controlar por la puerta trasera".

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