No, no hay crisis de convivencia

(Crisis, fractura, conflicto) remiten a la idea de una sociedad donde la violencia es cotidiana

Sebastià Alzamora
2 min

BarcelonaEn su conferencia en Madrid Quim Torra repitió un mensaje que ya ha dado en ocasiones anteriores y que es importante: en Cataluña no existe ninguna crisis de convivencia, como repiten Pedro Sánchez y su gobierno en funciones cada vez que pueden. No existe esta crisis, y no porque lo diga Quim Torra, sino porque así puede comprobarlo cualquiera que se tome la molestia de conocer la realidad de las ciudades y los pueblos de Cataluña, empezando por Barcelona y terminando por donde se quiera. Las palabras son absolutamente determinantes en política, y "crisis de convivencia" no es más que la versión socialista de la "fractura social" y el "conflicto civil" que tantas veces han enarbolado PP y Ciudadanos. Todas (crisis, fractura, conflicto) remiten a la idea de una sociedad invivible, donde los abusos y la violencia de todo tipo son hechos cotidianos. Es la idea que hace años que transmite el nacionalismo español de estado a través de sus partidos políticos y de sus medios de comunicación, dentro y fuera de España. Conflicto civil, clima prebélico, media población atemorizada, niños espiados o perseguidos por hablar castellano: son expresiones e imágenes que hemos escuchado o leído con insistencia desde antes del 1-O hasta hoy.

Es una falsedad aplicar este esquema en Cataluña. Hay una cuestión, la de la independencia, que se supone que divide la opinión ciudadana en dos mitades, y otra cuestión, la del derecho a la autodeterminación, sobre la que también se supone que existe un acuerdo que llega al ochenta por ciento. Se supone, digo, a partir de sondeos, encuestas y resultados electorales, pero no se sabe ni se puede saber a ciencia cierta, porque el estado no permite celebrar un referéndum legal sobre esta cuestión, que sería la manera de saberlo. Pero bien: en caso de que sean estos los porcentajes, lo que no se puede afirmar sin mentir es que una opinión ciudadana dividida (incluso con posturas muy vivamente opuestas, como es el caso) equivalga a una crisis de convivencia. Afortunadamente, la convivencia entre las personas resiste esto y mucho más, porque la ciudadanía suele mostrar bastante más sentido común que sus representantes políticos. La razón de ser de la democracia es precisamente que los ciudadanos puedan dirimir sus diferencias de opinión, por encendidas que sean, de la manera más civilizada posible, que es votante.

Torra señala que lo que hay, si acaso, es una "crisis de democracia". Lo que es cierto es que en España se ha producido en los últimos años un retroceso y un empobrecimiento de las libertades ciudadanas y los derechos civiles, que afecta directamente Cataluña y también ámbitos como la educación, la igualdad social o la libertad de expresión. Y lo que hay son partidos derechistas, o ultraderechistas, que propagan imágenes de apocalipsis y guerra civil, y un partido socialista que se aprovecha sólo rebajando un poco el tono: crisis de convivencia, que no suena tan fuerte. Y consiguen que la expresión se naturalice y entre dentro del debate cotidiano.

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