La OTAN, el gasto militar y ‘Mad Max’

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La invisibilizada encuesta del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores a propósito de las opiniones que mantienen los ciudadanos de la UE, sobre determinadas cuestiones relacionadas con la invasión rusa de Ucrania y la guerra que mantienen ambos países desde hace cuatro meses, daba unos datos muy reveladores. Esos datos adquieren un valor especial en el contexto de la cumbre de la OTAN que se celebrará en Madrid la próxima semana. Como sabemos, uno de los objetivos de la cumbre es lograr un amplio consenso respecto a la necesidad de aumentar el gasto militar de los países europeos de la OTAN.

Según este estudio que, como decimos, ha pasado desapercibido en la mayoría de los medios de comunicación españoles, el 38% de los europeos estarían en contra de ese aumento del presupuesto militar frente a un 32% que lo justificarían. Pero, si aterrizamos los datos en el Estado español, resulta que más de la mitad de los encuestados no estarían de acuerdo con atender lo que, en realidad, es básicamente una exigencia de los EE.UU. a los países europeos miembros de la Alianza.

El PSOE cuenta con el apoyo del PP para aumentar el gasto militar, pero, de intentarlo, se enfrentaría a su socio de gobierno y al resto de la izquierda del Congreso de la que depende. Por eso es tan importante invisibilizar la realidad de lo que opina la gente y tratar de que las protestas pacifistas previstas para la semana que viene en Madrid se traten como un problema de orden público. Los aparatos policiales y sus medios afines trabajan, de hecho, a pleno rendimiento para criminalizar las movilizaciones como denunciaba recientemente el periodista Miquel Ramos.

El supuesto consenso de la ciudadanía europea, aparentemente favorable al envío de armas a Ucrania para que pueda derrotar a Putin cueste lo que cueste, choca con los resultados de este estudio que nos dice que el 35% de los europeos están por la paz aunque ello signifique que Rusia no pierda la guerra y mantenga sus conquistas territoriales (cruciales además en términos geoestratégicos por su importancia industrial) en el Este de Ucrania. Solo el 22% defiende que la paz solo puede aceptarse tras la derrota del ejército ruso y su expulsión total de Ucrania. Es llamativo también otro dato: un 20% de los europeos teme que la guerra termine en una escalada nuclear y considera, por lo tanto, que es urgente lograr un alto el fuego cueste lo que cueste.

La encuesta europea señala también que las ciudadanías de las cuatro economías más importantes de la UE (Alemania, Francia, Italia y España), que son también países con mucha importancia en la estructura militar europea de la OTAN, son mayoritariamente pacifistas. En estos países (y también en Suecia) el 42% de los ciudadanos quiere que la guerra termine ya a cualquier coste, frente al 23% que entienden que la guerra debe prolongarse hasta la derrota de Rusia.

En lo que se refiere a los datos específicos que aporta la encuesta sobre España, es llamativo que más del 35% de la ciudadanía defiende las posiciones pacifistas frente al escaso 15% que se posiciona con las tesis del PSOE y el bloque de la derecha.

El estudio se ocupa también de la percepción ciudadana respecto a los efectos económicos de la guerra, una realidad cada vez más difícil de ocultar y sobre la que numerosos expertos en economía ponen el acento, apuntando ya al estallido de una grave crisis después del verano. Según la encuesta, el 60% de los europeos están convencidos de que las consecuencias económicas de la guerra serán severas para Europa. Aterrizando de nuevo en el Estado español aparece una particularidad llamativa que seguramente tiene que ver con las cifras tradicionales de desempleo. Aquí los ciudadanos son los más preocupados de la UE ante la posibilidad de perder su trabajo como consecuencia de la guerra.

Esta es la realidad que configura el contexto en el que Madrid recibe a la OTAN la semana que viene, con grandes medidas de seguridad y buena parte de la caverna mediática alertando sobre la llegada de los CDR de Catalunya, coordinados con brigadas anarquistas italianas, comandos gallegos, la kale borroka y Pablo Echenique dirigiendo los disturbios subido a lomos de Gabriel Rufián como el maestro golpeador de Mad Max. No se rían y lean La Razón si se atreven. Verán que casi no exagero.

Ante semejante panorama, el rechazo de aumentar el gasto militar, así como una posición crítica hacia una OTAN que sigue siendo un tapón para que en Europa haya una reflexión autónoma sobre una seguridad no dependiente de los EE.UU. y de sus lógicas geopolíticas de competición con China, pueden ser el mínimo común denominador para unas izquierdas que deben aportar proteínas ideológicas propias, frente a la derechización social que el belicismo de ciertas élites políticas y mediáticas suele provocar. Está visto que hay más margen del que parece en la estructura ideológica europea y además sería un suicidio para las izquierdas entregarse con las manos en la cabeza al falso consenso atlantista.

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