

Desde la resurrección de Jesucristo hasta Terminator jubilado en Benidorm no se ha visto nada igual. El caso más bestial de vuelta de muerte a vida de un ser (humano, animal, sideral) es el del organismo llamado Cataluña. Incluso más allá del más allá existe un más allá nominal. Somos inventores del naming. Los catalanes somos unos chasis reavivadores poniendo nombre a todo porque necesitamos decirnos y explicarnos, ya que vivimos entre lo que somos y lo que no somos. Venga, arriba. Salga del hoyo.
En el siglo XIX la profesión catalana con más demanda es la de desenterrados. Al revés. Y en vez de funeraria se le pone el nombre de Renaixença. Cuando todo el mundo pensaba que la lengua, la cultura, la historia, las judías de metro o el tomillo borda estaban muertos y sepultados vuelven a la vida. La ciencia de la resurrección catalana está basada en una tecnología única: la pasta. Todo se hace con dinero. Sin dinero no hay vuelta del más allá. Puede seguir tumba a tumba. Preguntémoslo.
¿Quién le paga la fiesta a Àngel Guimerà? Hablamos del escritor, dramaturgo, poeta, el ser que más veces ha sido propuesto para el Nobel de literatura sin obtenerlo. Guimerà y su amigo Pere Aldavert estaban encerrados en los bajos del número 15 de la calle Xuclà de Barcelona. Sólo salían para hacer una chicra de chocolate cerca, en la Granja Viader. Siempre currando. Salían adelante, ya en el siglo XIX, una empresa transmedia: La Renaixensa. Semanario y diario y editorial y red-olla de grillos-sociales de la cosa catalana que no está muerta. Los dos amigos vengan a trabajar y luego, por la noche, Ángel venga a escribir. Pero la nómina, el trompo, la pone Josep Maria Valls i Vicens (1854-1907), banquero y financiador de la empresa renacentera.
La Banca Valls es una de las grandes centrales nucleares económicas y con inyecciones culturales de nuestra Revolución Industrial. Del Valls y Vicens que tenía en jornal Guimerà, antes venía el padre y el padrino: Manel Valls Piqué (1786-1856) y Magí Valls Bosch (1812-1882). Espermatozoides de la banca y la causa catalana (y, claro, leridanos, de Castellserà). La gran conclusión es que la revolución industrial es la que paga la revolución neuronal. No hay renacimiento, resurrección, sin la pasta. Pero, ¿para qué sirvió abonar todo esto?
De la estirpe Valls es… Manuel Valls, ex primer ministro francés, concejal del Ayuntamiento de Barcelona y ahora ministro de Ultramar francés. Es bisnieto de Valls y Vicens. Neto de Magí Valls Martí, que continuó la banca y la aflojó por la cultura. Más colofones: el país debemos pagarlo nosotros. Pagar y hacer. No vale pagar y no hacer nada, o no hacerlo bien. Pagar, pero no pagar a Valls Ultramar-Ultramort, o Xarneguismes SL. Porque sin Valls no hay Guimerà. Sin Els Valls no hay resurrección. Dice el primer número de La Renaixensa el 1 de febrero de 1871: "Convencidos de que sólo muerto un idioma cuando todos los que le hablan mueren también, y siendo axón del todo imposible, nos dirigiremos, con la ayuda de todos, a que llegue al último grado de perfección. Lo que debe eczistir necesariamente, no debe arrastrar vida fatigosa. l habla". La vida cuesta dinero, pero la muerte, y los muertos, más.