Los pantanos de la nostalgia

Manifestación contra la amnistía en Madrid.
20/11/2025
Periodista
3 min

En 1688, el médico suizo de 19 años Johannes Hofer presentó la tesis Disertatio médica de nostalgia, oder Heimwehe para explicar el sentimiento de tristeza que experimentaban algunos soldados mientras estaban en la frente, lejos de casa. Era la primera vez que se utilizaba el término nostalgia, creado por el propio joven a partir de las palabras griegas nosotros, que significa retorno, y álgos, dolor. La pena de los soldados que añoraban su casa y su entorno también se concentraba en esta palabra alemana, Heimweh, que une, Heim, hogar, y Weh, dolor.

La nostalgia no es un sentimiento especialmente negativo, pero en los últimos tiempos hay una nostalgia que, ciertamente, lo es. La que añora a un dictador que hace justamente 50 años murió pero de quien aún se puede oler el tuf, gracias a una Transición que no fue modélica y menos ejemplar. Dice el emérito que su herencia es haber dado a los españoles una democracia después de 40 años de dictadura, como si hubiera sido (e)mérito suyo ponerse una corona que le colocó el dictador del"atado y bien atado". Y estuvo todo tan bien atado que la descendencia borbónica continúa en el trono 50 años después y, en ese país, una persona puede pasear la gallinita y cantar de cara al sol sin que se le caiga todo el peso de la justicia encima. Porque antes de que muriera Franco ya había nostalgia del franquismo, y porque esa nostalgia nunca ha dejado de salir a los medios ni de blanquearse con lo que "antes se vivía mejor". Y seguramente se vivía allí. Si eres franquista.

Que casi el 40% de los hombres jóvenes catalanes (de 18 al 24 años) confiesen que no les importaría vivir en un régimen autoritario significa muchas cosas. Los expertos hablan de una desconexión con la democracia porque sienten que la democracia no les ha ayudado, pero la democracia tampoco sedujo a los jóvenes que nacimos a finales de la dictadura y nunca habríamos dicho que no nos importaría vivir en un régimen totalitario. Quizás porque vivimos la dictadura a través de los padres y las abuelas y porque, cuando éramos jóvenes, nos tragamos la idea de la Transición como nos la vendieron, sin digerirla, directamente leída en El País y culturalmente animada con la pseudoizquierda española y el Greenpeace catalán de tomate con sabor a tomate. También es significativo que las mujeres jóvenes hoy no piensen mayoritariamente lo mismo que los hombres jóvenes, si tenemos en cuenta que en los regímenes totalitarios son las primeras en ser privadas de todas las libertades y que la última ola del feminismo, a poco que haya hecho cambiar las cosas sustancialmente, ha tocado directamente muchas conciencias. De ahí, también, en parte, que a muchos hombres jóvenes les moleste la libertad de las mujeres que mujer una democracia.

Sea como fuere, hay personas que sienten más nostalgia por lo que no han vivido que por los recuerdos de lo que ya les ha pasado. Hoy en día, el llamado neofascismo, que es como el viejo pero de ahora, está lleno de nostálgicos sin la edad necesaria para haber transitado por la barbarie que conllevan los regímenes autoritarios. Hay que haber hecho bastante mal para no haber podido evitar que esta nostalgia sea la sombra del mundo. Y efectivamente, hay quien se ha cubierto de gloria. Pero al mismo tiempo es inevitable preguntarse si es totalmente utópico que el ser humano sienta sólo nostalgia por lo que hace bien a toda la humanidad. La respuesta es evidente.

Por eso también sentimos nostalgia de las utopías. Porque la alternativa no es volver a hacerlo mal. Es mejor hacerlo.

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