Como nunca me acuerdo de las efemérides, me alegró enterarme, gracias a la conversación de Xavier Graset con los editores Jordi Cornudella y Jordi Martí Font, que esta semana se han cumplido 130 años del nacimiento de Joan Salvat- Papasseit, uno de los poetas esenciales del siglo XX catalán. Cornudella y Font han publicado (en los sellos Edicions 62 y Lo Diable Gros, respectivamente) sendas ediciones de la obra poética completa de Papasseit, con motivo del centenario de su muerte, que este año se conmemora con todo el lucimiento al respecto. No falla: si nació hace ciento treinta años y conmemoramos que hace cien que murió, nos sale que Joan Salvat-Papasseit vivió treinta años. Una muerte prematura, la suya, aunque —como indicó Cornudella—, a diferencia de otros poetas queridos por los dioses (se llama así de los que mueren jóvenes), como Joaquim Folguera o Bartomeu Rosselló-Pòrcel, Papasseit no transmite nada de sensación de tener una obra, ni una vida, incompletas: vivió pocos años, pero lo hizo con intensidad y alegría, y escribió mucho, y la mayor parte de lo que escribió era y es y será buenísimo. Martí Font, por su parte, pedía la atención para el Papasseit ácrata y agitador, que en 1920 publica el Primer Manifiesto Catalán Futurista (en que se dirige a los poetas y les exhorta: “Yo os invito, poetas, a que sean futuros, es decir, inmortales”, y también: “Para ser Poeta será necesario primeramente el deseo de luchar”), y que en uno de sus caligramas incluye, en letras bien grandes, esa frase desafiante y tantas veces repetida: “ESCOPIO EN EL CARRO PELADO DE LOS CRETINOS”. Anarquista, independentista, vanguardista, el talante de Papasseit era jovial y encantador, pero tampoco rechazaba necesariamente —aunque él no la practicara— la acción directa.
El mismo día de la conversación salvatiana en el Más 3/24, saltó la noticia de que el primer ministro eslovaco, Robert Fico, había sufrido un atentado: un hombre le había disparado cinco disparos y se temía por su vida (ahora ya ha salido de peligro). Enseguida se supo que quien había atentado contra Fico era Juraj Cintula, un poeta relevante de la literatura eslovaca actual. Cintula (de quien todos los medios han destacado que tiene 71 años, como si esto fuera una rareza) es también un activista social y político. Recordé haberle saludado una vez que participé en el Ars Poetica, un festival poético que se celebra en Bratislava, hace veinte años: él no actuaba en esa edición, pero asistía y formaba parte del entorno. Las noticias adquieren matices cuando se añade contexto. Fico es un populista pro Putin que ha llegado al poder tirando de discurso xenófobo contra la migración (en un país como Eslovaquia, que, según datos de la ONU, tiene apenas un 3,6% de población de origen migrante) y es un personaje que prospera políticamente atizando la crispación y la fractura social. Juraj Cintula, además de ser un poeta, se había definido también como pacifista, pero también últimamente como pro-ruso y antigitano. He aquí una historia de la Europa actual.