Elinfluencer, winelover, pornlover y foodlover llama al enólogo y le dice que querría probar su nueva añada, pero "un día antes que la rueda de prensa". El enólogo traga saliva. “Probar la nueva añada” significa recibir lainfluencer, winelover, pornlover y foodlover en la bodega, antes que a los demás, abrirle todas las botellas (las carísimas, sobre todo), hacerle un paquetito para llevar y todo a cambio de unas fotos torcidas de Instagram, que él colgará, como si los demás, el rebaño, no existieran. Elinfluencer, winelover, pornlover y foodlover tiene un carácter dominado por la presbicia y la impaciencia. Esto hace que cuando tiene que fotografiar unas gambas, primero las remueva con el tenedor y, después, sin gafas, las retrate. El resultado es un holocausto de gambas, unas encima de otras, borrosas. “Pero quiero que me des elexclusiva –advierte–. Si cuando quedas conmigo hay otro yo no vengo”.
El enólogo toca el asno. Una nueva añada no es nada que tenga que parar las rotativas de ningún diario. No puede hablarse de exclusiva. ¿Qué exclusiva? "¡Alto las secas! ¿La bodega Mas del Informàtic ha puesto más garnacha que cariñena a su emblemático vino de parking?"
¿Pero qué le debe decir? Que sí, que vaya, que le destapará de todo, y que se harán muchas fotos por Instagram, porque así los demás influencers, winelovers, pornlovers y foodlovers estarán rabiosos. Piensa, entristecido, que una exclusiva tiene sentido si la noticia es el vino, la uva. Si la noticia es lainfluencer, winelover, pornlover y foodlover, sus seguidores, como acierta él los vinos tapados, como alecciona a la becaria, entonces ya no tiene ningún sentido.