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Carles Puigdemont durante la presentación del acuerdo de investidura.

Me repaso el acuerdo entre el PSOE y Junts per Catalunya que ha llegado a los periodistas. Me parece muy bien escrito, muy pensado. Sale el Decreto de Nueva Planta, lo que tiene su mérito, porque nos lleva al otro Felipe, el sexto, ya su padre, cuando se habla del catalán como lengua prohibida (lo que nos lleva a la frase de el emérito: “Nunca fue objeto de acoso el catalán). Sale la culpa del PP (“lamentablemente los gobiernos de entonces no favorecieron la negociación política”), el referéndum del 1 de Octubre, y su significado para ambas partes, y los porrazos, sin que se les llame específicamente (“el referéndum dio lugar a unas imágenes que nos impactaron a todos”). Dice que “Juntos propondrá la celebración de un referéndum”. Y dice que el PSOE, en cambio “defenderá el amplio desarrollo” del Estatut. Proponer y defender. Dos verbos que no te comprometen, vacíos o llenos, según tengas el día. Puedes proponer sin que te hagan ni caso y puedes defender sin que los jueces consideren que, escuche, sí, se equivocaron. Puedo proponerte que vayamos a la cama y no iremos. Puedes defender que sería conveniente comer caviar, que no comeremos.

Todo esto, claro, habrá que “negociar”. Y como los dos partidos admiten discrepancias (si no las admitieran, la parroquia no les perdonaría), encuentran que deben “dotarse de un mecanismo entre ambas organizaciones, internacional” que acompañe, vele y verifique. Y “en ese marco” tendrán que acordar “la metodología de la negociación”. ¿Mecanismo? Tampoco lo entiendo demasiado.

Como ven ustedes, lo que acuerdan es, tal y como mana, una negociación futura, no sabemos si estéril. Esquerra proponía una “mesa” de diálogo. Juntos propone un "marco". De hecho, lo que ha pasado es que han cambiado de mobiliario.

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