Todos los partidos mallorquines han votado a favor de mantener las subvenciones para que los comercios rotule en catalán, excepto Vox, que hará tiempo que no pisa Barcelona, o sabría, ya, que esto es, sobre todo, una manera de evitar que todo esté en inglés. Toni Gili, portavoz, ha utilizado una frase florida y reveladora: "Es tan inmoral que el PSOE gaste dinero en putas y cocaína como que ustedes voten a favor de estas subvenciones". Dejemos a un lado que en esta frase hay dos niveles de lenguaje. Yo le recomendaría, si le hiciera oratoria, que se debe decir o bien "putas y rayas" o bien "prostitutas y cocaína". Podemos le reprochó que fue socio de la empresa Terracor, que se ve que recibía, de ayudas para rotular en la lengua del demonio. Yo encuentro, en fin, que ese detalle es un acto de coherencia.
La aspiración nasal y la posterior actividad sexual pagada suelen ir juntas. De hecho, la escaleta suele ser ésta: primero, mariscada, a menudo con las mujeres contratadas ya presentes (estamos en un reservado). De postre, rayas (si se tienen ganas de hacer el meco, con billetes de 100 atornillados), y después, el remate. ¿Y por qué digo que Toni Gili es coherente? Pues porque cobrar por rotular en catalán ya continuación quejarse de los que cobran me recuerda algunos comportamientos erráticos relacionados con el tema. He aquí que el cocainómano se introduce por los orificios de las narinas toda la pizca posible, para, después, jurar que no volverá, que nunca más. Va hacia el inodoro, tira los restos y estira la cadena. Enseguida se arrepiente y mira, por los alrededores de la taza, si queda alguna sustancia, que puede que confunda con el detergente en polvo que se suele utilizar porque desinfecta y mata gérmenes. Y una vez visto que su cargamento está en el alcantarillado, llama al camello, por si puede ir enseguida.