Leo Messi en una imagen de archivo
07/08/2021
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A las 19.46 horas del jueves 5 de agosto saltaba la noticia. Un comunicado de 12 líneas ponía fin sin ningún tipo de épica a 21 años de relación. El mejor jugador del mundo, el jugador con más partidos oficiales de la historia del Barça, Leo Messi, se desvinculaba del club. Más bien, el Barça se desvinculaba de Messi. Para muchos periodistas deportivos, podía ser una maniobra del presidente Laporta para presionar a la vez al presidente de la Liga, Javier Tebas, y al vestuario para rebajarse los sueldos. Pero este viernes se ha confirmado la amenaza: Messi abandonará el Barça y su presidente lo atribuye a la mala situación económica de la entidad y a la Liga. Laporta dice que no quiere hipotecar los derechos audiovisuales del club para los próximos 50 años.  

Es cierto que la salud financiera del Barça está muy delicada, pero falta información para entender por qué si el Barça y el jugador querían continuar juntos, al final no lo harán. De hecho, el mismo jueves el padre del astro argentino había llegado a Barcelona para firmar la renovación. "El club de mi vida", dijo Messi, hace casi un año, para asegurar que no iría a juicio contra el Barça, después de haber enviado un burofax al club diciendo que se aferraba a una cláusula para romper su relación con la entidad. Precisamente este burofax volvió ayer a la memoria de muchos fans culés, para los que el jueves tuvo un cierto regusto de déjà-vu. Hace un año para muchos se empezó a visualizar lo que parecía una entelequia: Messi acabando sus días como futbolista vistiendo una camiseta que no fuera la azulgrana. Pero llegó Laporta con la promesa electoral de renovar a Messi y, cuando todo parecía a punto, el acuerdo se ha torcido. El presidente del Barça tendrá trabajo porque con la marcha de Messi los sueldos pasarán de representar el 110% de la facturación del club a ser el 95%, todavía insostenible desde el punto de vista contable. Todos los clubes europeos –incluido el Madrid– han visto como sus ingresos se reducían significativamente con los estadios cerrados al público por la pandemia, pero los grandes clubes europeos y el eterno rival han conseguido rebajar los sueldos de sus jugadores. 

También es cierto que el club, con 120 años de historia, está por encima de jugadores, entrenadores y presidentes, pero desgraciadamente el Barça pierde. Pierde deportivamente, en imagen de marca y, por lo tanto, económicamente. El adiós de Messi supondrá un pequeño respiro económico, ¿pero que pasará con los patrocinios? El Barça sin Messi es menos Barça. El planeta fútbol seguirá disfrutando de las genialidades del argentino, eso sí, vistiendo otra camiseta, por desgracia de los fans culés.

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