El acuerdo alcanzado por ERC con el PSOE y el que pueda firmar Junts siempre se quedarán cortos si los medimos con la ambición general de autodeterminación de octubre de 2017. Y sabemos por experiencia qué entienden los socialistas por mesa de diálogo, traspasos de infraestructuras y mejoras en la financiación. En todo caso, corresponde a los partidos firmantes de los acuerdos velar por que no les tomen el pelo más allá de lo que se estila normalmente en el sector.
Pero la amnistía es otra cosa: si vuelven los exiliados y se acaban las persecuciones judiciales ideológicas por los años del Procés estaremos en otro capítulo de la historia, aunque también sabemos que la ley llegará al Tribunal Constitucional llena de rasguños que harán incierta su aplicación. La derecha española practica el “contra Catalunya vivimos mejor” y ya ha puesto en marcha a toda prisa los altavoces más potentes del mercado, a los suyos, de forma preventiva. Esta conciencia moral del pueblo espectador que se llama Pablo Motos ha hecho de alcalde de Móstoles y ha convocado a los patriotas a sublevarse en la calle con la frase que precede al golpe de estado mediático: “Nunca había sentido vergüenza de ser español”. ¿Resultado? Ahora el grito ya no es “¡Puigdemont a prisión!” sino “¡Sánchez a prisión!”. En España siempre se vuelve a Berlanga: “Todos a la cárcel”.