"España no destinará nada menos que un 2,1% de su producto interior bruto [...] No tiene sentido comprometernos a ese 5%, sería derrochar miles de millones de euros que no nos harían estar más segurosPedro Sánchez
"Señor presidente, amado Donald. [...] Estás volando hacia otro gran éxito en La Haya esta tarde. No ha sido fácil, pero todos han firmado el 5% [...] Lograrás algo que ningún otro presidente en décadas pudo hacer. Europa pagará a lo grande, como debía ser, y será una victoria tuya"
Mark Rutte
La semana pasada Pedro Sánchez manifestaba que España se descolgaba del acuerdo de la OTAN de destinar a defensa hasta el 5% del PIB, tal y como exige Donald Trump en los países aliados. Las razones de Sánchez son dos: tal proporción es innecesaria y que resultaría "incompatible con el estado del bienestar de España". La segunda no exige demasiadas explicaciones, porque lo que se destina a defensa no puede destinarse a sanidad; la primera, en cambio, sí exige algo de discusión.
Si hablamos de reforzar la OTAN –una entidad que recientemente se consideraba en estado de "muerte cerebral" por falta de objetivo– es porque consideramos que, tras la invasión de Ucrania, Rusia representa una amenaza para algunos países de Europa del Este, particularmente las repúblicas bálticas, Polonia y Finlandia. Nosotros estamos muy lejos, sin duda, pero estamos obligados a participar en su seguridad por razones legales (somos miembros de la OTAN) y morales (somos europeos y queremos que Europa preserve unos determinados valores que aquí son menos escasos que en ninguna parte). Ahora bien: ¿cuánto es necesario para frenar a Rusia?
Rusia tiene 146 millones de habitantes y "Europa" –la Unión Europea más Reino Unido– tiene 518. Rusia tiene un PIB de 2,2 billones de euros, y nosotros de 23. La desproporción es, pues, enorme. Incluso si contamos el PIB de Rusia en términos de poder de compra, el europeo es todavía 4,5 veces superior. Por tanto, si "Europa" dedicara a defensa el 2% y lo hiciera de una manera eficiente, Rusia debería dedicarle un 9% para igualarnos. En caso de guerra, los países pueden superar con creces esta proporción, pero lo que no resulta sostenible es mantenerla de forma persistente durante la paz.
Por tanto, Sánchez tiene razón: un 2,1% del PIB es suficiente para que los "europeos" sean capaces de contener el expansionismo ruso. Incluso sin ayuda de EEUU, que podrían dedicarse en exclusiva a lo que les interesa: el Pacífico.
El reto –como decía el propio Sánchez– es otro: hacerlo de forma eficiente, lo que exige coordinación, empezando por la unificación de los modelos de armamento y de su despliegue. El reto no es, pues, financiero, sino político –ceder soberanía militar– e industrial –ceder soberanía en las compras públicas–. Éste es el auténtico reto militar de Europa, y elevar el gasto puede representar perfectamente recortar servicios públicos sin mejorar sustancialmente la seguridad.
Sin embargo, la OTAN ha acordado elevar el objetivo al 5%, tal y como exigía Donald Trump, y lo ha hecho después de que su secretario general –Mark Rutte– le enviara un vergonzoso mensaje que solo puede calificarse de lagunero.
¿Cómo puede ser que Rutte, que como primer ministro de los Países Bajos había sido el líder de la Europa "frugal" y el látigo de los países mediterráneos "malversadores", se haya convertido en el adulador de un Donald Trump que pretende multiplicar por 2,5 el gasto militar de los europeos?
No creo que Rutte sea un admirador de Trump. Todo en él indica que internamente debe despreciar a un personaje como él. La explicación que me parece más probable es que Rutte ha llegado a la conclusión de que Europa necesita que un personaje tan caprichoso como Trump no abandone a Ucrania a la suerte de Putin, que no le faltan ganas de hacerlo y que las únicas razones que escucha son las de los que le adulan (Netanyahu ha conseguido su apoyo ac).
Rutte sabe que el acuerdo del 5% no es firme ni de consecuencias inmediatas. Recordemos que el objetivo del 2% del PIB se fijó en 2014, y que diez años después 8 países miembros de la alianza –de un total de 31– todavía no han llegado; recordemos también que un 1,5% puede alcanzarse sin esfuerzo a base de artificios contables. En cambio, la retirada del apoyo de EE.UU. a Ucrania sí podría ser inmediata, y con efectos devastadores.
Puedo equivocarme, obviamente, pero creo que Rutte ha escogido el difícil camino de mentir. Difícil para él, un arrogante puritano que ha hecho gala de la austeridad y la franqueza tanto en los asuntos públicos como en los privados. Por el contrario, Sánchez, a quien seguramente no le costaría tanto mentir, ha elegido el camino de decir la verdad porque podía hacerlo y porque le convenía hacerlo: su posición no hará mover a Estados Unidos y, en cambio, le da réditos entre su electorado.