Así son, por desgracia, muchas palabras de amor. Desde la mitología griega en el cine o la música contemporáneos, nuestros referentes culturales suelen relacionar el deseo, la pasión o el amor con una larga cadena de humillaciones, venganzas y muertes. Así de oscuras son también las Palabras de amor que Núria Güell llevó al TNC en abril de 2024 y que ahora pueden verse en la Tecla Sala en formato vídeo. Nueve historias que parten de las nociones de amor que el artista ha buscado previamente en las cárceles: el amor romántico (de la víctima al verdugo), el amor a la guerra oa las armas, el amor a Dios, a la libertad, a la revolución social, a la patria, al pueblo y al padre. Nueve relatos escritos y leídos sin filtros ni censura por sus protagonistas, siete de los cuales han sido condenados a entre 4 y 2.111 años de prisión por violencia de género, pertenencia a organización terrorista o antifascista, tenencia de armas y explosivos, asalto a mano armada, atentado moral, homicidio. Ambas excepciones son la superviviente de una relación de maltrato y el francotirador, que ha sido remunerado y condecorado. Güell lo acompaña con una serie de canciones que en nombre del amor hablan de locura, adicción, posesión y anulación... Recuerdan lo de "Amoras que matan nunca mueren"?
Que el amor se asocia con la muerte no es nada nuevo. Que empecemos a cuestionarlo para cambiar el relato, sí. Escritoras como bell hooks, Eva Illouz y Mona Chollet han señalado que estas representaciones milenarias tienen consecuencias sobre Cristo real pero que es necesario un compromiso social y cultural. la raíz del problema, abriendo su cuenta de Instagram a todo el mundo que quisiera compartir su caso de violencia. El contenido, pero también la cantidad ingente de atrocidades que día tras día se hacen y se justifican "por amor", es alarmante. que no son desafortunados hechos aislados en manos de monstruos, sino que lo tenemos tan integrado que lo hemos normalizado. Faltan las palabras, pero son demasiadas las voces para seguir callando. ¿Qué responsabilidad tiene la cultura?", pregunta Güell. Hacen falta más canciones, con estribillos que nos hagan integrar otras nociones de amor; más cómics, como los de Liv Strömquist y Sophie Lambda, que utilicen el sentido del humor para tomar distancia y ganar autocrítica; y muchas, muchas más películas. Voler, la serie que enseña el maltrato psicológico que cala, sin golpes, hasta minar el presente y el futuro de nuestras relaciones, debería ser de obligado visionado en todos los institutos de este país.
Cualquier gesto sin discurso, por minúsculo que sea, puede acabar organizando un pensamiento, un discurso social. Muchas formas de hacer acaban siendo formas de pensar colectivas que repiten, amplifican y perfeccionan ese gesto inicial. Cuando pasamos del romance a la realidad y lo que creíamos que era un giro de guión se convierte en un hecho real, regular y común, descubrimos lo estructural que sustenta tanto la violencia machista como el malestar de la cultura.