Sincera preocupación por el partido socialista

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Esperanza Aguirre participó el sábado en una protesta contra la amnistía frente a la sede del PSOE en Madrid.

Últimamente, concentraciones espontáneas de patriotas españoles vociferan ante la sede del PSOE, en la calle Ferraz de Madrid, acaudillados incluso por una señora enjoyada que resultaba ser Esperanza Aguirre y Gil de Biedma (parenta del poeta, que ella se permitió describir como “ la oveja negra de la familia”). Se manifiestan preocupados, como todos los españoles de bien, por la deriva tomada por el Partido Socialista Obrero Español. El todavía líder del PP, el fracasado Núñez Feijóo, afirma que el partido socialista ha sido secuestrado por unos corruptos y se pregunta, como Diógenes con la lámpara, si no habrá un solo socialista en toda España que no dependa de la nómina (en política catalana, la misma figura demagógica se llama pagueta). De expresidente a presidente en funciones, Aznar señala a Pedro Sánchez como “un riesgo para la democracia” e insta a todo el mundo “a hacer lo que pueda desde donde pueda”, palabras que tanto se pueden entender como un llamamiento a una movilización general (del todo injustificada, en todo caso) o como algo peor. En sintonía con él, los jueces dichos conservadores del bloqueado Consejo General del Poder Judicial dispararon la alerta sobre una abolición del estado de derecho en caso de que prospere la ley de amnistía. Un representante de la Iglesia española, cómo no, concretamente el arzobispo de Uviéu, se despachó en las redes con una arenga no contra los religiosos pederastas, sino contra los socialistas “cómplices que venden lo que no es suyo a cambio de un plato de lentejas para continuar en el poder”.

Nunca habéis oído ninguno de estos pronunciarse cuando se han perpetrado, desde el gobierno y las instituciones, verdaderos destrozos a la democracia y el estado de derecho: sin ir más lejos, en la respuesta judicial y policial que se ha desplegado contra el independentismo catalán en los últimos años (y es sólo un ejemplo, porque las producciones de las cloacas del estado son múltiples y diversas). En cambio, sí les preocupa gravemente hacia dónde va el PSOE, cogido de la mano de todos aquellos que, en una democracia formal como la que se armó en el 78, podían ser tolerados, a condición de que no determinaran la gobernanza, los consensos ni los sobreentendidos. Por eso estaba el bipartidismo asimétrico, cuyo partido era el palo de pajar (el PP) y otro que le ha hecho siempre de comparsa y de réplica (el PSOE). Que esto pueda dejar de funcionar de esta manera es algo que disgusta profundamente a una cierta izquierda española digamos canónica y folclórica, que va desde Felipe González y Alfonso Guerra hasta Carmen Maura.

Pero lo cierto es que desde el día en que el propio Pedro Sánchez fue expulsado sin contemplaciones de la secretaría general y el partido quedó gobernado por una oscura gestora para poder votar la investidura de Rajoy, algo se rompió dentro el PSOE, o en su historia. Pedro Sánchez, primero contra pronóstico y ahora desde el poder, sigue personificando esta ruptura. Es interesante ver dónde llega, y aún más viendo ciertas reacciones.

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