Subidas encubiertas de impuestos

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La reforma catalana de la hacienda local

Empezó ya hace unos días la campaña de IRPF. Toca calcular cuánto ganamos el año pasado, restar lo retenido, aplicar todas las bonificaciones o deducciones posibles, pensar si conjunta o declarada y presentar la declaración.

Desde que empezó la inflación, he repetido en varias ocasiones que el gran beneficiado de la misma en nuestro país ha sido el estado español, pues las subidas de precios, a pesar de los IVA bonificados de energía y ciertos alimentos, experimentó récord de recaudación a través de este impuesto indirecto. El IVA es un porcentaje fijo sobre el precio del producto o el servicio, por lo que cualquier subida de precios se traduce en exactamente la misma subida en el IVA.

Por otro lado, es un clamor y una reivindicación de muchos sectores y colectivos el hecho de que no se haya deflactado IRPF. Deflactar el IRPF consiste en ajustar la escala de gravamen al coste de la vida y subidas salariales.

Imaginemos una persona que gana 100 euros. Su tipo medio de IRPF es del 20%. Por tanto, paga 20 euros de renta y le quedan 80 euros para vivir.

Supongamos ahora que la inflación es del 10%. Le suben el salario un 10% y pasa a cobrar 110 euros. Su poder adquisitivo es el mismo, pues su aumento salarial ha igualado el aumento del coste de la vida. Debido a que cobra más, salta de nivel en la escala de gravamen y, supongamos, pasa a tributar un 25%. Veamos el resultado. De los 110 euros, ahora paga 27,50 euros (el 25% de sus ingresos). Le quedan 82,5 euros para vivir. Alguien dirá: ¡bueno, más que antes, cuando le quedaban 80 euros! Sí, pero como el coste de la vida aumentó un 10%, para comprar ahora exactamente lo mismo que antes necesitará 88 euros (un 10% de inflación). Y tiene… ¡82,50 euros! Es decir, su poder adquisitivo ha bajado un 7%. Este ciudadano es más pobre porque el gobierno no le ha deflactado el IRPF.

Deflactar el IRPF es considerar que los aumentos de salario o de ingresos no son reales, sino que son nominales. Y que las escalas de gravamen tienen que adaptarse al salario real, y no al nominal. Como prueba, el dato conocido esta semana de que el 2023 fue año récord en recaudación tanto en valor absoluto como en relación al PIB.

Y así vamos, perdiendo poder adquisitivo de año en año, no solo porque los salarios y honorarios de autónomos no pueden igualar la inflación, sino porque se aprovecha para subir impuestos de forma silenciosa y encubierta.

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