Las trabas para captar estudiantes internacionales se pueden eliminar

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JÓVENES EUROPEOS Universitarios en la biblioteca de la Universitat Autònoma de Barcelona, que ocupa la posición 38 en las preferencias de los estudiantes Erasmus.

Barcelona y Catalunya son lugares muy atractivos para los estudiantes internacionales, por la calidad de la oferta formativa y también por el clima y el ambiente que se respira. Aun así, muchos estudiantes acaban desistiendo de hacer un grado internacional porque las trabas burocráticas lo hacen demasiado complicado.

De esto se quejan precisamente los rectores de las universidades públicas y privadas, que reclaman soluciones que aligeren estas trabas para poder equipararse y competir con otras ciudades, como por ejemplo Amsterdam o París. A la Generalitat le piden que permita reservar más plazas para los estudiantes internacionales, dado que la normativa catalana es mucho más restrictiva que la española; una petición que el departamento no ve clara porque considera que para hacerlo habría que incrementar al mismo tiempo la oferta global. Aun así, una de las principales trabas depende del Estado, porque muchos estudiantes, sobre todo los extracomunitarios, desisten por culpa de los visados y de la lentitud en las homologaciones de los títulos de bachillerato. La primera cuestión, la de los visados, es importante porque en España solo dura un año y cada curso hay que volver a hacer todos los trámites. Este es un tema, sin embargo, que la nueva ley de universidades tiene previsto solucionar, puesto que está previsto que los visados puedan durar hasta el final de los estudios o, incluso, incluir unos años de prácticas.

La convalidación, en cambio, es más complicada porque los trámites son muy lentos, y penalizan sobre todo a las personas que quieren estudiar en las públicas, que tienen un sistema de admisión más regulado.

Todo ello es un cúmulo de impedimentos que hacen que las universidades catalanas no puedan aprovechar su prestigio. Esto tiene repercusiones económicas, porque supone perder ingresos, pero también puntuación en los rankings, porque el número de estudiantes internacionales se tiene mucho en cuenta a la hora de las valoraciones, como señal que es del interés académico de los centros.

Sería importante no perder estas oportunidades, y por eso habrá que presionar para que cambien algunas de estas normativas, como ya hace la entidad Barcelona Global, y también poner en marcha mecanismos de acompañamiento y captación de estos estudiantes que les faciliten las tramitaciones y les ahorren todo este calvario burocrático.

En esto se podrían mirar los ejemplos de otros países y aplicar lo que los ha funcionado. La digitalización es clave y se podrían crear aplicaciones o servicios telemáticos que ayudaran.

A veces se quiere poner el énfasis en el tema del catalán para justificar que no hay bastantes estudiantes internacionales. No es este el problema. Precisamente lo que preocupa es el poco catalán que hay en las universidades, donde el inglés y el castellano están cada vez más presentes. De hecho, la falta de estudiantes internacionales es un hecho común al conjunto de España, porque buena parte de las trabas burocráticas son las mismas. Para enriquecer el país y situarnos en el contexto académico más relevante hace falta, aparte de más inversión en las universidades, que sea más fácil captar el talento de fuera que quiere venir y no puede. 

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