Donald Trump el 6 de noviembre en Palm Beach después de proclamarse ganador de las elecciones.
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Hace meses que había un elefante en la habitación: que Trump pudiera ganar las elecciones a la presidencia. Y no solo se han cumplido los peores augurios, sino que, además, lo ha hecho con contundencia. Concentrará un poder enorme, porque domina además el Senado y el Tribunal Supremo.

Por otro lado, ya pasó por la presidencia y los obstáculos e impedimentos que se encontró la primera vez y que le impidieron implementar todas las medidas que tenía previstas no van a tener la misma fuerza esta vez.

Trump tiene entre ceja y ceja la idea de que tanto China como Europa son las causantes de que Estados Unidos haya perdido el empuje y fuerza de la segunda mitad del siglo XX.

Considera a la primera, China, como la culpable de que la industria pesada estadounidense esté en declive. La solución va a ser muy sencilla. Regulación arancelaria, aislarse de Asia y establecer un bloque de colaboración con Canadá y el resto del continente americano, allá donde, según la situación diplomática, pueda.

Y considera a la segunda, Europa, como el gran lastre de recursos públicos que impide reducir impuestos y destinar más gasto a iniciativas internas, sean sociales, económicas o de infraestructura. La OTAN, las alianzas económicas, la guerra de Ucrania… Todo ello, según Trump, no va con Estados Unidos y está castigando a su país. La solución también va a ser muy sencilla: retirar apoyos militares y cualquier aportación o acuerdo que no revierta en una mejora clara, directa e inmediata para la economía americana.

El resumen sería: “China ahoga el sector privado y Europa ahoga el sector público”.

Hace tiempo que se habla de una economía de bloques versus la global. Esta será la gran cuestión. Si, en un mundo global, Estados Unidos por sí solo podrá revertir esta tendencia. Mi respuesta es que no. Hay demasiados países emergentes y oportunidades en África, Oriente Medio y Asia como para pensar que el mundo se va a estructurar ahora en bloques.

Pienso sinceramente que Trump es el punto final de Estados Unidos como potencia mundial. Se van a quedar solos y más empobrecidos. Pero, en el proceso, todos seremos perjudicados.

Trump es un problema para el mundo porque no entiende que el mundo ya no depende de Estados Unidos.

Fernando Trias de Bes es escritor y economista
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