Trump, rusos y parrusos

El caligrama que Trump regaló a Epstein.
14/09/2025
Periodista
3 min

1. Al día siguiente de la Diada, excursión a Perpiñán. Hemos ido para ver las exposiciones del Visa pour l'Image, que salpican diferentes salas del centro de la ciudad. En esta muestra del mejor fotoperiodismo internacional hay un puñado de imágenes impresionantes del último año. Lógicamente, los destrozos en Gaza, en el blanco y negro de las cenizas, y las imágenes en color de la devastación de Ucrania ponen la piel de gallina. En la salida, en el mismo Convento de los Mínimos, entramos en la tienda de la exposición. Me cae en mis manos un libro, en francés, de Régis Genté, periodista experto en las antiguas repúblicas soviéticas. La cubierta es el dibujo de una tofa de pelo rubio del todo identificable sobre una corbata con la bandera rusa. El título nos deja claro de quien habla: Nuestro hombre en Washington. Y el subtítulo nos enfoca en el tema más actual: "Trump dentro del mundo de los rusos".

2. El vínculo entre el presidente de Estados Unidos y Rusia huele muy mal. Desde que Trump le puso a Putin la alfombra roja en la cumbre de Alaska, hace justo un mes, los ataques rusos en Ucrania han ido a más. Por primera vez se ha atentado contra una sede gubernamental en Kiiv, se han intensificado las ofensivas en el frente, se han cargado el GPS del avión de Von der Leyen en pleno vuelo y, en el colmo de la provocación, la semana pasada una veintena de drones rusos violaron el espacio aéreo polaco. ¿Y Trump? Nada de lo anunciado tras blanquear a Putin en Alaska se ha cumplido. Ni una segunda cumbre de paz, ni un alto el fuego, ni un encuentro Putin-Zelenski, ni nada que se le parezca. Donald Trump se postula para el premio Nobel de la Paz, pero, de momento, Putin se lo rifa como quiere. Es más, este fin de semana Trump ha salido a minimizar los drones sobre Polonia y ha regañado a Zelenski por "haber empezado una guerra" sin estar suficientemente preparado ni tener suficiente munición. En serio, Trump quiere reescribir ahora, ¿cómo empezó todo?

3. ¿Pero cuáles son los vínculos de Trump con Rusia que le tienen maniatado y pies? Régis Genté lo explica desde distintos aspectos. El primer contacto histórico de Trump con los servicios secretos rusos/soviéticos lo tiene ya en los 70. En sus inicios como promotor inmobiliario en Nueva York, el KGB lo recibe en Moscú porque tiene la intención de construir una Trump Tower. Allí, más que una operación de reclutamiento del empresario estadounidense, se establece un contacto de afinidad. Fruto de esa relación, Genté explica cómo en distintas ocasiones que Trump se ha enganchado los dedos con negocios inmobiliarios, siempre ha habido algún inversor ruso –dile mafioso, dile oligarca– que le ha rescatado comprándole lotes de apartamentos o entrando a participar en los proyectos que parecían ruinosos. El libro, lleno de datos, anécdotas y ejemplos, intenta demostrar también la coherencia ideológica de Trump con las líneas geopolíticas del Kremlin. Cuestiona la OTAN, menosprecia a los aliados occidentales, devalúa las democracias liberales y, sobre todo, elogia a los gobiernos autoritarios. También explica episodios más conocidos, como la interferencia del espionaje ruso por reventar la campaña de Hillary Clinton en el 2016 gracias a la piratería informática que permitió publicar sus correos electrónicos. Y, finalmente, tanta tibieza para acabar con la invasión de Ucrania señala a Trump como "un hombre de Rusia".

4. Trump predica sal y vende vinagre. Lo vemos en Ucrania, en Gaza y también en Estados Unidos, donde su popularidad está descendiendo, también entre los republicanos, por todas las informaciones que se van publicando del caso Epstein y de la relación que mantenían. ¿Qué se puede esperar de un hombre que utiliza su firma para dibujar un parruso en una felicitación de cumpleaños a un pedófilo amigo suyo? ¿Será el asesinato de Charlie Kirk, un buen colaborador, suficiente cortina de humo para el caligrama de la vergüenza?

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