El candidato proeuropeo, Nicusor Dan, durante la noche electoral en Rumanía.
19/05/2025
3 min

Europa sigue parcheando la democracia. Cada victoria por la mínima es un nuevo alivio. Liberales y conservadores se jugarán la presidencia de Polonia en una segunda vuelta a disputar el 1 de junio. El primer ministro portugués, el conservador Luis Montenegro, ha salido reforzado en unas elecciones que han derrumbado aún más a la socialdemocracia, empatada a escaños con la extrema derecha de Chega. Y en las presidenciales de Rumanía, el candidato proeuropeo, Nicusor Dan, ha cerrado el paso al trumpismo del ultraderechista George Simion. Tres victorias para un centro político europeo cada vez más estrecho y diluido, frente a una extrema derecha que sigue al alza. Otros tres capítulos del giro conservador de una Unión Europea que no logra revertir el descontento social y del fracaso continuado de una izquierda que ha acabado convertida en la defensora de un statu quo decepcionante, castigada electoralmente en buena parte de la UE.

Los resultados de este fin de semana no esconden ni revierten las inquietudes de fondo que desde hace años han ido transformando el panorama político europeo: del malestar contra la corrupción al impacto de la guerra de Ucrania o el empobrecimiento de las clases medias. Ésta es una Europa de desigualdades regionales persistentes, con una distribución espacialmente desigual de los beneficios del proceso de integración en la UE.

Unas democracias cada vez más débiles han sido incapaces de enderezar las acumulaciones de riqueza en manos de pocos, el estancamiento de los salarios y la pérdida de poder adquisitivo, el miedo a la obsolescencia de los puestos de trabajo, el impacto de una austeridad pública por las austeridades públicas y las asombro de las nariz granjas y pequeños agricultores que se han sentido amenazados. El precio de la vivienda ha crecido de media en la UE casi un 50% entre 2015 y 2023, pero hay países donde el encarecimiento roza o supera el 100%, como Portugal, Hungría, República Checa, Estonia o Lituania.

Unos 60 millones de europeos viven en lugares donde el PIB per cápita en términos reales es hoy inferior al del año 2000. Alrededor de un tercio de la población de la UE vive en zonas en declive. Esta realidad es especialmente palpable en Francia, Italia, Grecia y Croacia, pero prácticamente recurrente en todos los países de la Unión. En Rumania, por ejemplo, prácticamente una cuarta parte de la población vive en el umbral de la pobreza.

La Europa del resentimiento y del malestar es bien tangible. Y la extrema derecha ha estado muy hábil identificando estos miedos y quedándose con el discurso de la alternativa. se ha ido desplazando a las promesas de seguridad, la recuperación de glorias y jerarquías pasadas, y la criminalización de las minorías que desafían a esas visiones revisionistas. del mundo como el artífice de la enmienda proteccionista a una globalización capitalista desigual, que Nicolas Sarkozy prometió refundar (sin éxito) ya en el 2008, en plena expansión desenfrenada de la crisis financiera que acabaría desembocando en una profunda recesión y una crisis democrática. económicas, comerciales y de gobernanza globales, el discurso de la seguridad, que lo empapa todo, se ha convertido en el reclamo permanente de este mundo inseguro; a las amenazas económicas, sociales e identitarias. Las instituciones europeas alertan contra el impacto de unas fuerzas internas y externas decididas a debilitar aún más el proyecto comunitario. apuntalando democracias cada vez más débiles.

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