Elecciones autonómicas

Andalucía marca el rumbo de la política española

El alcance de la victoria del PP definirá el futuro del gobierno de coalición PSOE-UP y el papel de Vox

01. Los candidatos a la Junta de Andalucía antes del segundo debate electoral. 02. El candidato del PP a la reelección, Juanma Moreno Bonilla, soltando un búho real en un acto en Chiclana de la Frontera, Cádiz. 03. La candidata de Vox, Macarena Olona, a la Hería de Sevilla.
18/06/2022
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BarcelonaEl futuro de todos y cada uno de los partidos de ámbito español depende, en una medida u otra, del resultado de este domingo en las elecciones andaluzas. La incertidumbre es tan grande que incluso el gran favorito, el PP de Juanma Moreno, no tiene suficiente con la victoria, puesto que necesita acercarse al máximo a la mayoría absoluta para no quedar prisionero de la extrema derecha. A pesar de que durante la campaña ha evitado verbalizarlo, el PP siente que tiene la mayoría absoluta al alcance, puesto que considera que la campaña del PSOE y, sobre todo, la de Vox han sido desastrosas. Si lo consigue, Moreno Bonilla, conocido simplemente como Juanma, habrá provocado un auténtico terremoto en el mapa político español.

En realidad, la gran incógnita de estas elecciones es el resultado de la candidatura de Macarena Olona, que es la apuesta más ambiciosa y arriesgada que ha hecho Vox desde su nacimiento. En efecto, Olona se presentaba con el objetivo no de ser vicepresidenta, sino de disputarle la victoria al PP. Ahora esta idea puede parecer disparatada, pero sobre el papel hace unos meses parecía al alcance. ¿Por qué? Pues porque Vox quedó a solo 7.300 votos del PP en las elecciones generales del 10 de noviembre de 2019. Los estrategos de Vox pensaron, como lo hizo en su día Albert Rivera respecto a Pablo Casado, que el sorpaso era posible si presentaban una candidata fuerte. ¿Y quién mejor que su portavoz en el Congreso, la carismática Olona, que triunfaba en las redes con sus ataques sin piedad al gobierno de Pedro Sánchez? Para acabarlo de adobar, el perfil pragmático de Moreno Bonilla y el aterrizaje de Feijóo en la presidencia del PP parecían favorecer las expectativas de Vox. A nadie se le ocurría que una persona que hubiera votado la lista de Abascal en las generales prefiriera ahora a un moderado.

¿Pero qué ha pasado? Pues, una vez más, una operación diseñada en los despachos de Madrid parece destinada a estrellarse cuando se aplica a la realidad de un territorio concreto. Las encuestas indican que Moreno Bonilla está agrupando a su alrededor todo el electorado de centro y conservador, e incluso una parte de antiguo voto socialista, con un mensaje muy claro: en tiempos de incertidumbre, la gestión es más importante que la ideología.

En cambio, Olona ha hecho una campaña 100% ideológica y ha mostrado un desconocimiento total sobre la realidad andaluza y sus necesidades. Además, sus intentos para reivindicar sus orígenes andaluces han resultado impostados y exageradamente tópicos. Su llegada a la Feria de Abril de Sevilla con vestido de flamenca y acompañada del torero Morante de la Puebla ha sido carne de meme. Igual que sus fotos con abanicos o con mantillas. Un mal resultado de Vox significaría la primera traba seria de la formación de Santiago Abascal desde que irrumpió en la política española. Significaría, por ejemplo, que Vox es visto como un partido de voto de protesta, pero no para gobernar, y que en lugares con una mínima identidad propia, como Andalucía, no basta con un discurso nacionalista español. Finalmente, también supondría una derrota dolorosa ante el nuevo PP de Núñez Feijóo y, al contrario, una victoria de este ante el sector ayusista del partido.

¿Olona, vicepresidenta?

En cambio, si Vox saca un buen resultado y Moreno Bonilla queda lejos de la mayoría absoluta, el escenario será completamente diferente. El presidente andaluz debe de tener escalofríos solo de pensar en la posibilidad de tener que incorporar a Olona a su ejecutivo. Y parece que lo intentará evitar cueste lo que cueste, incluso arriesgándose a una repetición electoral. La fórmula de Castilla y León, es decir, el gobierno de coalición PP-Vox, se considera una auténtica pesadilla en Génova, puesto que ven a Olona como una fanática peligrosa.

Este es, precisamente, el mal menor para el PSOE: un Moreno cautivo de Olona, lo que facilitaría la estrategia de Pedro Sánchez de utilizar el miedo a un pacto PP-Vox para movilizar al electorado progresista en las próximas elecciones generales. Sea como sea, en la Moncloa ya se están preparando para el peor escenario: el de una derrota humillante del PSOE. En Madrid ya hace tiempo que se especula con una nueva crisis de gobierno para retomar la iniciativa, pero no está claro cuál sería su alcance. Tampoco si Sánchez optaría por abrazarse a Feijóo (para explotar las contradicciones internas del PP) o por reforzar el perfil de izquierdas y consolidar los pactos con la mayoría de la investidura. O intentar mantener el equilibrio actual.

El resultado que más problemas provocaría en el PSOE es que Moreno Bonilla se quede a uno o dos escaños de la mayoría absoluta, puesto que la presión para que se abstengan en la investidura será muy fuerte, sobre todo si Olona cumple la amenaza de no facilitar el gobierno del PP si ellos no forman parte. Una parte de la izquierda no comparte la idea de que es mejor un gobierno PP-Vox que uno del PP en solitario y el debate sobre la abstención, que fue abortado en Castilla y León, podría renacer ahora, incluso dentro de la plataforma Por Andalucía. En cuanto a Ciudadanos, nadie da un duro por ellos. La debacle de Juan Marín, que firmaría entrar en el Parlamento aunque sea él solo, puede ser la antesala de la fuga definitiva de cargos de Cs, como por ejemplo la vicealcaldesa de Madrid Begoña Villacís, hacia el PP y su virtual desarticulación. Marín ha hecho de escudero de Moreno durante toda la legislatura, pero este ha resultado ser un especialista en rentabilizar la gestión de los otros, sean sus socios o el Gobierno español.

Finalmente, en la izquierda del PSOE también habrá un duelo interesante entre la candidatura yolandista que encabeza Inmaculada Nieto y la izquierda soberanista de Teresa Rodríguez, que hace cuatro años concurrieron de manera conjunta y lograron 17 diputados. Ahora las encuestas apenas les pronostican 7-8 a los primeros y 2-3 a los segundos, pero el buen papel desarrollado por Rodríguez en los debates podría deparar alguna sorpresa. En cualquier caso, una derrota sería un mal augurio para el proyecto político de Yolanda Díaz, que no acaba de arrancar y es una de las claves de la debilidad del conjunto de la izquierda española.

Euforia en el PP

La conclusión es que hoy se decide mucho más que el próximo gobierno andaluz. A pesar de que la victoria de Moreno Bonilla se podría interpretar en clave específicamente andaluza, como premio a la gestión y a un perfil moderado y próximo que inspira confianza, sus efectos se dejarán sentir más arriba de Despeñaperros, especialmente en la Moncloa y en la séptima planta de Génova. En el PP tienen problemas para disimular la euforia y solo rezan para que sus votantes no se confíen y se vayan a la playa en plena ola de calor. Mientras tanto, Pedro Sánchez piensa en cómo salirse de un golpe que muchos verán como casi definitivo.

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