ONCE DE SEPTIEMBRE

El añorado regreso de Cuixart y Sànchez a la Diada

Cuando estaban en prisión se ponían camisetas de otras ediciones y las repartían entre los presos

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XAVI TEDÓ
4 min
01. Cuixart levantando los brazos y saludando los asistentes a la manifestación en su llegada a la cabecera. 02. Elisenda Paluzie con Carme Forcadell y Jordi Sànchez antes del inicio de la marcha.

BarcelonaDesde 2015 y hasta 2017, tanto Jordi Sànchez, como presidente de la ANC, como Jordi Cuixart, máximo dirigente de Òmnium, fueron los dos grandes catalizadores de las masivas movilizaciones hasta la celebración del referéndum del 1-O. Casi cuatro años después -los dos ingresaron en prisión el 16 de octubre de 2017-, pudieron volver a vivir ayer la Diada ya en libertad gracias a la concesión de los indultos por parte del gobierno español.

Cuixart no escondía ayer su alegría por ponerse de nuevo al frente de la cabecera de la marcha. Tras tardar casi cuarenta minutos para subir la Via Laietana por las decenas de personas que lo paraban para charlar o hacerse fotos con él cómo si se tratara de una estrella de fútbol o de rock, llegó a la cabecera levantando los brazos en señal de victoria en medio de una gran ovación de los asistentes. Instantes antes, Sànchez, Carme Forcadell y Elisenda Paluzie, como líderes de la ANC de diferentes etapas, se hicieron una fotografía juntos ante la pancarta que abría la manifestación recibiendo también fuertes aplausos de los manifestantes que llegaron bien pronto para poder ver in situ los principales representantes del independentismo.

Con la misma camisa blanca del día que entró en Soto del Real con que quería simbolizar que no tenía nada a esconder ante la justicia y que sigue llevado los días importantes, Cuixart admite en declaraciones al ARA que ayer vivió un “torrente de emociones”. “El Estado nos quería divididos y que no ejerciéramos derechos fundamentales, y aquí estamos”, señala.

Sentimiento de arrepentimiento

Sea como fuere, como ya había hecho ayer por la mañana en el acto de Òmnium, Cuixart remarca que sigue teniendo un sentimiento de arrepentimiento por los que todavía sufren los efectos de la represión: “Hace cuatro años no había exiliados, ni 3.000 represaliados ni 150 causas abiertas. Tenemos la responsabilidad de no dejar a nadie atrás y pienso mucho en el president Puigdemont, Marta Rovira o Anna Gabriel, porque los últimos Onze de Setembre estábamos juntos”. Ante los que presagiaban que esta Diada pincharía en cuanto al número de asistentes, el presidente de Òmnium subraya la gran respuesta de la gente. “Hemos demostrado que la sociedad civil organizada sigue muy viva y esto es un éxito colectivo, no de una entidad en concreto”.

Jordi Sànchez también revivió ayer el sentimiento de orgullo que tenía cada vez que se celebraba una Diada. “A pesar de todo, la gente se ha mantenido fiel y con ilusión y la participación ha sido multitudinaria. La gente presiona, pero sigue ilusionada”, opina en conversación con el ARA. En este sentido, destaca que ayer tampoco fue un aquelarre contra la clase política por la falta de una estrategia unitaria para lograr la independencia, a pesar de que los silbatos a los dirigentes de ERC se oyeron durante toda la marcha.

Además de reencontrarse con miembros de la ANC con quien compartió muchas batallas y que lo pararon para saludarlo y con gente anónima que le trasladó su alivio por verlo fuera de prisión, el ahora secretario general de JxCat vivió ayer dos momentos muy especiales. El azar hizo que pudiera conocer en persona a dos personas que le han estado escribiendo cartas estos cuatro años: “También escribían cartas individualizadas al resto de presos, pero como tanto Cuixart como yo entramos antes, nuestra relación epistolar empezó antes”.

Se trata de Eva, una profesora de Figueres, y de Dorita, una recién llegada que se ha sumado a la causa independentista y que vive en Tossa de Mar. “Con ella tenemos pendiente celebrar una comida con el resto de presos cuando encontremos el día porque a todos nos hace mucha ilusión”, explica Sànchez emocionado de ponerles finalmente cara. “Contestaba la mayoría, todas no”, reconoce tras recordar que recibieron miles y miles de misivas durante toda su estancia en prisión y que no daban abasto. Aquellas cartas, sin embargo, suponían una bocanada de aire fresco y una motivación más para salir adelante cuando los barrotes y las celdas cerraban un horizonte incierto.

Jordi Sànchez, Josep Rull y Joaquim Forn, en la ofrenda floral a Rafel de Casanova

Diadas en prisión

Para los Jordis y el resto de dirigentes independentistas condenados por el Supremo, ayer quedaban atrás tres Diadas en prisión, la primera de las cuales en Madrid y las otras dos en Lledoners. Acostumbrados a estar en la primera línea, no fue fácil para ninguno de ellos no estar presente en una jornada en que pocos de ellos habían faltado.

De hecho, Sànchez recuerda que a pesar de estar recluidos, la Diada no era un día como cualquier otro. “Nos poníamos las camisetas de la ANC de otras Diadas y las repartíamos a otros presos que se identificaban con nuestra causa”, revela el expresidente de la Assamblea, que informa que seguían la jornada por la televisión con ganas de poder volver a estar algún día. Sànchez, como Cuixart, no participaba en una manifestación desde el 3-0 de 2017, cuando una multitud tomó las calles para denunciar la represión del 1-O. Ayer eran menos los que salieron a la calle, pero para los Jordis no ha cambiado nada. “He vuelto al 2017”, afirma Sànchez con una gran sonrisa.

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