Nuevo curso político

La Diada, presupuestos y unidad independentista: los retos de Aragonès en el curso que comienza

El president debe decidir si asiste a la movilización del 11-S tras el enfrentamiento con ANC del año pasado

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El presidente, Pere Aragonès, durante la reunión del ejecutivo de este martes

BarcelonaEl Govern ha reanudado esta semana sus reuniones tras el paréntesis estival y se prepara para subir un curso que se prevé complicado pero clave, también, para la legislatura catalana. A continuación repasamos los retos que tiene sobre la mesa el ejecutivo del presidente, Pere Aragonès.

La Diada

El ejecutivo (y también Esquerra) debe decidir qué papel juega en el día del 11-S después de que el año pasado los consejeros republicanos y el presidente, Pere Aragonès, decidieron ausentarse de la convocatoria porque la encontraban hostil a sus planteamientos. Este año, sin embargo, su participación está sobre la mesa. Y de hecho, el ejecutivo ya ha cambiado de criterio. La portavoz, Patrícia Plaja, aseguró el martes en la rueda de prensa tras el consejo ejecutivo que el Govern tendrá presencia en la convocatoria, pero aún no concretó en qué formato. Tampoco quién irá ni cuál será el rol de Aragonès. ¿Por qué ahora la Generalitat modifica su opinión? Para Plaja, ha cambiado el contexto, aunque la ANC sigue siendo crítica con el planteamiento de diálogo con Madrid.

Y es que Esquerra intenta reconducir la relación con el resto de actores independentistas, sobre todo después del mal resultado de las elecciones municipales del 28 de mayo y de las españolas del 23 de julio. El cambio de tono respecto a la Diada es un ejemplo, así como los llamamientos a la "coordinación" con Junts en la negociación sobre la investidura española, aunque hasta ahora no han fructificado: desde Junts recelan de los republicanos y remarcan que hace un año salieron del Gobierno porque Aragonés rechazaba cooperar en Madrid o rehacer la unidad estratégica con los independentistas –argumentan–. Está por ver si superan ahora estos reproches y hay un cambio en la relación entre los dos grandes partidos independentistas, además de la CUP, que partió peras con Aragonès sólo un año después de la investidura.

Debate de política general

Rehacer o no las relaciones con los independentistas es clave para la cita que el presidente tiene el 26, 27 y 28 de septiembre en el Parlament, en el debate de política general. Es el primero que afronta en solitario, con apenas 33 diputados, y necesita aliados si no quiere salir derrotado de la mayoría de votaciones. Sólo tiene dos opciones: o se vuelve a aliar con JxCat para sacar adelante las distintas resoluciones u opta por el PSC, con quien pactó los presupuestos del pasado año.

A la hora de interpretar cuál es el rumbo que ahora quiere tomar el Gobierno será importante el discurso que haga Aragonés para inaugurar el debate, coincidiendo con el intento de investidura del líder popular en Madrid, Alberto Núñez Feijóo: ver si tiende la mano al resto de independentistas para intentar forjar una alianza estable o si incluso hace algún ofrecimiento más a Junts. Antes de conocer el resultado del 23-J se había especulado sobre la posibilidad de que los de Laura Borràs y Jordi Turull volvieran a entrar en el Govern –ERC y JxCat habían tenido conversaciones informales si el escenario era una victoria del PP y Vox–, pero con el escenario de la reelección de Pedro Sánchez, este movimiento ha quedado aparcado.

En la reunión del jueves de la ejecutiva de Junts se comentó esta opción, según diversas fuentes consultadas, y el secretario general, Jordi Turull, se limitó a decir que hace meses había habido un "sondeo" por parte de Esquerra y que su respuesta siempre ha sido preguntar cuál sería el objetivo de este ejecutivo. Fuentes de Presidencia dejan claro, en cualquier caso, que ahora mismo Aragonés no se encuentra en este punto. Justo hace un año, precisamente en el debate de política general, se produjo uno de los detonantes de la rotura de la coalición: Albert Batet (JxCat) reclamó por sorpresa al presidente que se sometiera a una cuestión de confianza y el presidente reaccionó cesando al vicepresidente, Jordi Puigneró.

Presupuestos

El tercer reto que el Govern se encontrará en el calendario son los presupuestos del 2024. Será la prueba de fuego del ejecutivo, ya que a pesar de que aprobó las cuentas del 2023 gracias a los votos del PSC, las de Salvador Illa ya advirtieron que harían oposición a Aragonés. Según fuentes gubernamentales, ahora mismo el departamento de Economía está elaborando las cuentas, aunque todavía le falta la información del Estado sobre cuál es la disponibilidad de recursos para el próximo año. A la hora de buscar aliados para aprobarlos en otoño, Aragonès, como en el debate de política general, vuelve a tener dos opciones: aprovechar que Pedro Sánchez necesita a Esquerra en Madrid para poner los presupuestos de la Generalitat dentro del paquete de negociación (y que, por tanto, vuelvan a salir adelante con los votos del PSC) o intentar rehacer los lazos con Junts y buscar la estabilidad parlamentaria reconstruyendo la mayoría independentista que permitió su investidura. Desde el Govern dejan claro que la "prioridad" es Junts. Si Aragonès puede sacar adelante los presupuestos de 2024 se aseguraría llegar al final de la legislatura. En caso de que no, debería prorrogar las cuentas de 2023 y se quedaría en una situación de debilidad parlamentaria de difícil gestión.

La sequía

En el ámbito sectorial, el otoño estará marcado por el riesgo de sequía. El Gobierno ya ha advertido de que si no hay unos meses de octubre y noviembre húmedos, el país puede entrar en una situación de emergencia generalizada. Esto podría traducirse en unas restricciones que no se han visto hasta ahora y que podrían afectar directamente al consumo de agua de los ciudadanos de pie de calle. También es el momento en que se llevará a la práctica el régimen sancionador a los ayuntamientos que gasten demasiada agua y las líneas de subvención a los entes locales para arreglar el sistema de distribución de agua. Una cuestión delicada: fue uno de los mayores enfrentamientos entre el Gobierno y la oposición antes de las vacaciones de verano.

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