De diálogo en diálogo hasta que nada tenga sentido
Dirigentes de ERC, Junts, PSC y En Comú muestran sintonía pocos días después del acuerdo por el catalán
BarcelonaParecía buena idea reunir a cuatro políticos catalanes en la Biblioteca Francesca Bonnemaison para tratar la relación entre diálogo y reforma en política, elementos que parecen más gastados que decir "bon día" cuando entras en una tienda. Con el acuerdo del catalán en la escuela de frontispicio, Marta Vilalta (ERC), Josep Rius (Junts), Alícia Romero (PSC) y Jéssica Albiach (En Comú) han mantenido un diálogo respetuoso –casi cariñoso– y no demasiado pesado para hacer patente que se han difuminado las trincheras del proceso soberanista. Con el presidente Montilla de cuerpo presente en el auditorio parecía importante mantener el buen humor después de haber firmado un acuerdo sobre la lengua entre cuatro, haberlo deshecho al cabo de pocas horas y haberlo rehecho dedicando dos meses a buscar sinónimos (vehicular/curricular). Quizás, sin embargo, no se han difuminado tanto las trincheras si tenemos en cuenta que el acuerdo se acabó presentando sin foto y con cada parte explicando que el pacto era tal o cual. Es muy difícil ser catalán...
La asociación Portes Obertes del Catalanisme, que nació en otoño de 2016 porque el momento era el que era, había convocado el acto para tratar el tema del mientras tanto con el sugerente título I ara què? Diàleg sí, reformes també ('¿Y ahora qué? Diálogo sí, reformas también'), como si entre dialogar y reformar hubiera un abismo difícil de superar. Los cuatro ponentes han defendido con solvencia las previsibles líneas de sus respectivos partidos: la mesa de diálogo de ERC (aunque siempre esté vacía), la confrontación total de Junts (sin salir del Govern), el diálogo y las reformas del PSC (con el 35% de ejecución de las inversiones) y la cuenta de que el PP es peor que los comunes.
Un debate fraternal
La portavoz Albiach, que le tiene "mucho cariño" a Rius, ha expuesto que la receta por un mundo mejor pasa por “la federalización y democratización del Estado y tiene como herramienta la mesa del diálogo”. Pero, a pesar de todo, la receta no acaba de tener los ingredientes adecuados porque "hay tres elefantes en la habitación: el caso Pegasus, los agravios históricos en inversiones y la judicialización de la política". Vaya, ahora que ya casi lo teníamos. De su discurso podríamos llegar a pensar que Podemos no está en el Gobierno español y que todo es culpa del PP. Pero no todo está perdido porque Alícia Romero ha dibujado a continuación una España "donde hay muchos federalistas y reformistas, como Ximo Puig y Francina Armengol", obviando que predican en el desierto progresista.
Por si las estructuras del Estado no son suficientes, todavía quedan las personas. "El acuerdo por el catalán parecía imposible y lo fue por la voluntad de las personas que estábamos negociando", ha resaltado Vilalta. El diálogo es como el amor, lo puede todo. O casi todo, porque según la propia portavoz de Esquerra "no sabemos si España se quiere reformar". El típico caso de amor no correspondido. Como el que a veces parece que haya entre ERC y Junts, que sigue blasfemando de la mesa de diálogo a pesar de que el diputado Rius se haya apuntado a la paternidad "de la mesa genuina de diálogo". El dirigente de Junts y hombre de Puigdemont ha recordado que "antes del 1 de octubre se pidió diálogo hasta 18 veces porque queríamos consultar al pueblo de Catalunya".
"Perdonad, que os quiero mucho, pero demostremos ahora que podemos hacer las cosas antes de ser independientes, no seamos infantiles", ha acabado diciendo Romero a sus compañeros de diálogo. Se ha evidenciado que los cuatro salían de un acuerdo muy reciente. Todo ello ha sido muy fraternal, y quizás algo más, pero como en una aplicación de citas: mucha apariencia y poca concreción.