¿Por qué Aliança Catalana ha sido tercera fuerza en Olot y segunda en la Garrotxa?
Votantes de la formación y entidades explican la irrupción de la candidatura de Sílvia Orriols
Olot"Se busca personal". Este cartel es bien visible en la entrada de una cafetería del centro de Olot. No es lo único. La capital de la Garrotxa es uno de los centros de la industria cárnica del país y necesita mano de obra. Las oportunidades laborales, con una tasa de paro de un 8%, un punto y medio por debajo de la media catalana, han comportado un goteo de personas recién llegadas a la ciudad para realizar trabajos poco cualificados que los autóctonos no quieren realizar. Esto sitúa a Olot en uno de los porcentajes de inmigración más altos, con un 25%, cuando en Catalunya es del 17%. Solo en el último año llegaron 1.300 personas de fuera, a una población que ha crecido hasta los 38.000 habitantes. El fenómeno migratorio y la parálisis del Proceso han sido el caldo de cultivo perfecto para que Aliança Catalana (AC) haya irrumpido como tercera fuerza en Olot y como segunda en la Garrotxa captando voto de todas las fuerzas independentistas.
El caso más paradigmático es el del número 2 de la lista por Girona, el olotense Jordi Coma, que ha sido un cuarto de siglo militante en ERC y ocho como concejal en el Ayuntamiento hasta que en el 2010 dejó el cargo después de ser el alcaldable y conseguir sólo dos concejales. "No reniego de mi pasado, pero hace tres años me di de baja del partido porque no sacaron adelante la independencia y porque la base no la han ampliado por debajo sino por arriba, dando cargos a gente que no era del partido como Elena, Nuet o Boya", dice el abogado, que ha sido clave para recibir la confianza de muchos vecinos y convertir a Olot en uno de los bastiones de la extrema derecha independentista.
El candidato asegura que los más de 2.000 votos que han conseguido "provienen de ERC y la CUP y pocos de Junts", que ha recibido casi 1.500 sufragios más respecto a las municipales, aunque en el resto del país el crecimiento es sobre todo a expensas de los de Carles Puigdemont. Coma pone un ejemplo para sustentar el apoyo de los cuperos a su nueva formación: "En el mitin que hizo Orriols a Olot vino gente de la CUP, y pensábamos que venían a reventar el acto, pero no sólo no hicieron nada sino que nos felicitaron y se tomaron fotos con ella". La concejala de la CUP, Sílvia Pagès, lo rebate: "Ningún militante nuestro ha ido, quizás era un votante prestado a la CUP rebotado con Junts y ERC; los votos que perdemos ahora van a Junts".
La cuestión migratoria también ha sido primordial en el sorpasso de Alianza en Olot. "La gente está harta de tanta inmigración, porque la delincuencia ha aumentado y hay una inseguridad que nunca se había vivido", señala Coma, quien dice que su madre, que tiene 83 años, no le había pedido que le acompañara a sacar dinero al cajero como hace ahora. Sin embargo, los datos no señalan un aumento relevante de los hechos delictivos. La Junta de Seguridad Local informó que los robos con violencia han pasado sólo de 37 a 51 en el último año en la Garrotxa y que han bajado las ocupaciones y los robos con fuerza en domicilios. Pero la sensación es otra, como sostienen algunos de sus votantes, con los que ha hablado el ARA.
Voto de castigo a los partidos independentistas
Joan, un jubilado de 70 años, asegura que ha votado a Alianza sobre todo por el tema migratorio. "Antes paseabas tan tranquilo y ahora ya no tanto, porque hay follón en la calle, hay demasiados inmigrantes", dice este ex votante de Junts, que también está descontento por el rumbo del partido a nivel nacional: "Son unos revueltos, prometen mucho, pero no hacen nada”. Carlos, que tiene 49 años, en cambio, ha pasado de votar a ERC a votar a Vox y ahora Aliança Catalana. "Después del 1-O votaba a ERC por los palos que nos dieron, aunque no soy independentista, pero en las españolas ya voté a Vox porque estoy harto de que roben a nuestros niños". "La campaña no la ha hecho Alianza, sino los vecinos, que sólo hablan de la delincuencia", añade Maria, una mujer de mediana edad que considera que es "un toque de atención" a los partidos para que "se controle la inmigración" cómo se hace en Andorra".
Otro simpatizante del partido, Jordi, que tiene 57 años, también dice que es "un voto de castigo" a los tres partidos independentistas que han ido votando "para no aplicar la DUI y no abordar el tema de la inmigración, que parece un tabú". "No puede que no se integren y que vengan aquí para vivir de subvenciones", remata. Mari Drammeh, miembro de Sagoe y Cepaim, entidades que trabajan contra la exclusión de los recién llegados, contradice esta afirmación: "El 70% de ayudas que ha otorgado el Consorcio de Acción Social de la Garrotxa les ha dado a familias de nacionalidad española ", replica este joven originario de Senegal. También denuncia que "la inseguridad es una sensación más que una realidad" y que se "magnifican hechos puntuales que son fruto de la pobreza de personas racializadas". Òmnium de la Garrotxa tampoco esconde su "preocupación" por el aumento de la extrema derecha. "Nuestros objetivos y valores fundacionales son incompatibles con los suyos y ahora necesitamos hacer frente a su discurso de odio para conseguir una sociedad libre, cohesionada y socialmente justa", concluye su presidenta, Gloria Bassets.