Camino al 4-M

La campaña más polarizada deja paso a las urnas

Ayuso pide una "amplia mayoría" para gobernar "con libertad" y Sánchez alerta de que PP y Vox pondrían en riesgo la democracia

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La candidata del PP el 4-M, Isabel Díaz Ayuso, en el acto de fin de campaña

MadridLibertad, el lema que Isabel Díaz Ayuso quiso hacer suyo en medio de una pandemia que ha conllevado restricciones inéditas, ha acabado siendo el eje de la campaña electoral más polarizada. Inicialmente, la candidata del PP a las elecciones de Madrid vació de contenido el concepto, equiparándolo a tomar una cerveza en una terraza después del trabajo, pero todos los candidatos han terminado acogiéndolo para aportar su visión. La del 4 de mayo ha acabado siendo una campaña llena de ideología en la que se han puesto de manifiesto posiciones antagónicas, hasta el punto de que la derecha ha contrapuesto la democracia con el comunismo y la izquierda lo ha contrapuesto con el fascismo.

Ayuso ayer hizo gala de su relato con un acto convertido en fiesta. En un espacio diáfano como Puente del Rey, miles de personas se reunieron en el último mitin de la candidata del PP, que explotó su vertiente más populista. El acto desbordó entusiasmo y emociones, con lágrimas incluidas de Ayuso cuando agradeció a su madre haberla llevado a la vida. Antes de arrancar, un DJ había amenizado la espera con música a todo trapo que convirtió esta parte de Madrid Río en una discoteca al aire libre. Seguramente fue un ejemplo de cómo su gobierno ha relativizado las dramáticas cifras de la pandemia que ha registrado la Comunidad de Madrid.

Estas últimas semanas Ayuso ha querido transmitir un optimismo que ha cautivado a muchos madrileños -las encuestas le auguran una victoria aplastante- y ha repetido que no quería que esta campaña acabara nunca. Sin embargo, la "ilusión" de un proyecto que "trasciende las siglas del PP", dijo ayer, no esconde una fuerte carga ideológica. La libertad del ayusismo es que las familias puedan elegir escuela y centro sanitario, e impuestos bajos para poder elegir a qué dedicar el dinero. "Desconfiad del que os da una paga", proclamó la aspirante a la reelección, en una fuerte defensa de la iniciativa privada. La ex presidenta Esperanza Aguirre, una de las protagonistas del laboratorio neoliberal del PP madrileño, fue una de las invitadas destacadas en el mitin final, en el que Ayuso pidió el voto para lograr una "amplia mayoría" para gobernar "con libertad".

En el otro polo, la izquierda se ha centrado en la defensa de un sector público fuerte. El PSOE, Más Madrid y Podemos no han podido escaparse del frame que impuso Ayuso y le han dado la vuelta para adaptarlo a sus postulados. Ángel Gabilondo, Mónica García y Pablo Iglesias han repetido a lo largo de la campaña que la libertad es la igualdad de oportunidades, una educación accesible a todos y una sanidad de calidad al alcance de los más vulnerables.

Las urnas dirán si han jugado lo suficientemente bien las cartas como para movilizar a su electorado, sobre todo en los distritos y municipios del sur. El votante progresista tiene más tendencia a quedarse en casa después de tantos años de gobiernos autonómicos del PP y de frustración con gobiernos municipales socialistas que no han satisfecho las expectativas. En esta campaña han oído un discurso clásico de la izquierda, especialmente del PSOE y de Podemos. Más Madrid, en cambio, es la formación que más bandera ha hecho de reivindicaciones más nuevas en la agenda política como el cambio climático y el feminismo.

Las amenazas con balas

Pero ha habido otro componente que ha alimentado la polarización de la campaña: las amenazas con balas contra políticos, entre los cuales dos candidatos, Pablo Iglesias y Díaz Ayuso. En los últimos días se ha vivido un armisticio, pero el ecuador de la campaña estuvo marcado por el goteo constante de cartas amenazantes. Los primeros fueron el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, la directora de la Guardia Civil, María Gámez, y el candidato de Unidas Podemos, y esto provocó un punto de inflexión. La candidata de Vox, Rocío Monasterio, se negó a solidarizarse con Iglesias y este se levantó del debate de la SER. Sin rodeos, la izquierda pasó a calificar de fascista a Vox y a acusar al PP de ser cómplice.

"Pactará con la ultraderecha xenófoba y dice que no es el fin del mundo, pero puede ser el principio del fin de la democracia vigorosa y plena de derechos y libertades", advirtió sobre Ayuso ayer el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, en el acto de cierre de campaña del PSOE en Entrevías, un barrio de Puente de Vallecas. El secretario general socialista se ha mantenido en un segundo plano y ha cedido el protagonismo a Ángel Gabilondo, que comenzó la carrera electoral con un perfil moderado que se ha visto obligado a corregir, al menos retóricamente. Sánchez reapareció ayer, pero ha optado por no exponerse en exceso teniendo en cuenta que cuanto más se implicara, más se le podría responsabilizar de una eventual derrota contra Ayuso. Iglesias, por su parte, se ha acompañado los dos últimos días de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que ayer acusó al PP de "banalizar el fascismo".

Vox vuelve a Colón

El presidente del PP madrileño, Pío García Escudero, apostó por que Ayuso pueda gobernar sola, pero la publicación el penúltimo día de campaña del programa electoral entero del PP ya da pistas, por guiños, de que cuenta con Vox. Eclipsada por Ayuso, la formación de extrema derecha ha tenido que recurrir a la criminalización de los menores migrantes no acompañados para hacerse notar, y ayer celebró el último acto en un lugar simbólico: la plaza Colón, desde donde Santiago Abascal criticó una supuesta "equidistancia" del PP. De esa fotografía de febrero de 2019 contra el diálogo con Catalunya se borrará poco a poco la representación de Cs, que mañana podría quedar fuera de la Asamblea de Madrid y sufrir una nueva estocada. A la desesperada, el partido naranja ha elaborado los carteles de Barack Obama con la cara de Edmundo Bal y el lema Yes we Bal.

Se acaba una campaña en la que términos como libertad, democracia, comunismo y fascismo se han evocado con ligereza y han aflorado ideologías contrapuestas. Los polos, aún más alejados por las amenazas de muerte, se enfrentan al examen de las urnas.

Ayuso se apodera del día de la Comunidad de Madrid

El día que se acababa la campaña electoral en Madrid era justamente el Dos de Mayo, el día de la Comunidad de Madrid, y como presidenta Isabel Díaz Ayuso no lo desaprovechó. Fue el centro de todas las miradas en el acto institucional de entrega de medallas de la comunidad y pronunció hasta ocho veces la palabra libertad -su eslogan de campaña- durante su discurso, lo que le valió las críticas de las fuerzas de izquierdas, que lo calificaron de "electoralismo". Ayuso lo justificó apelando a la "libertad" por la que "los héroes" madrileños lucharon contra las tropas francesas en 1808. Entre las medallas que otorgó Ayuso, una la recibió la ex madrileña Cristina Cifuentes, que aprovechó el momento para reivindicarse y dijo que estaba "libre de cargos y cargas". El músico Nacho Cano también recibió una, pero se la devolvió a Ayuso. No la rechazaba, sino que le puso la banda roja a la presidenta madrileña para agradecerle el "milagro" de su gestión. Por la tarde los toros también volvieron a las Ventas, pero finalmente Ayuso no asistió.

     

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