Quien también se ha pronunciado sobre la cuestión este sábado ha sido, precisamente, el propio expresidente de la Generalitat y actual eurodiputado de Junts Carles Puigdemont. Avisó de que no se dejará presionar ni aceptará ningún tipo de "chantaje" para que su partido invista a Pedro Sánchez. Lo ha dicho en Twitter después de que el recuento del voto exterior haya hecho aún más decisivos los votos de Junts . "Quien crea que ejerciendo presión o practicando directamente el chantaje político obtendrá algún beneficio táctico, se puede ahorrar el esfuerzo. Al menos en mi caso", ha dicho. Puigdemont ha añadido que no le causará ningún efecto que alguien diga que "si Junts vota a Pedro Sánchez se me caerá el mundo encima". Sobre la negociación con el PSOE, recetó "discreción y extremar la prudencia".
¿Qué debería hacer Junts respecto a la investidura de Pedro Sánchez?
Los siete diputados de JxCat son decisivos para la gobernabilidad del Estado
BarcelonaEl único que puede formar gobierno después de las elecciones generales es Pedro Sánchez y sólo podrá ser investido con los votos a favor de JxCat (ya no le vale una abstención). Es la situación que deja el 23-J, guste o no guste a los protagonistas. Desde el ARA hemos querido contar con la opinión de ocho analistas para responder a la pregunta que todo el mundo empezó a hacerse desde la misma noche electoral: ¿qué debería hacer JxCat con respecto a la investidura de Pedro Sánchez?
"Lo ideal sería una posición común del independentismo"
Una premisa: es mucho más fácil opinar que decidir. Por tanto, máximo respeto para los que deben tomar decisiones de alta complejidad. Unas consideraciones: sin entrar en el contenido de la negociación –ya habrá tiempo–, lo ideal sería una posición común del independentismo catalán. Hay una oportunidad para dar la vuelta a la tendencia negativa de apoyo a los partidos independentistas. Hay que aprovecharla, para que cuando haya elecciones catalanas la mayoría independentista no se desahogue. Cuidado con dos posibles tripartitos: el que conocemos de siempre, el de las izquierdas, y uno nuevo, el de socialistas y populares con los comunes. Si ha funcionado en Barcelona, puede repetirse en Cataluña. Si hay acuerdos soberanistas, es necesario hablar con vascos y gallegos. Existe una oportunidad de oro para mostrar la fuerza del estado plurinacional. Y si nada de esto funciona, Junts debe reservarse para el final de la negociación. Debe tener la última palabra. Sin temor a repetir elecciones para ganar firmeza, pero sin la temeridad para buscar ese escenario.
"Debe exigir el fin de la represión y el ejercicio de la autodeterminación"
Hasta ahora, las maniobras del gobierno español y la deficiente estrategia liderada por ERC han conducido sólo a apaciguar el conflicto y no a resolverlo. Ante esta situación, Junts debería hacer un llamamiento a la unidad de acción del independentismo para hacer valer su fuerza y exigir el fin de la represión y el ejercicio del derecho a la autodeterminación. Cualquier compromiso que sacrifique estos bienes y principios básicos estarà podrido (rotten compromises, en los términos del gran filósofo israelí Avishai Margalit) y no hará posible ni la resolución del conflicto ni la preservación de la dignidad y de la fuerza del movimiento independentista. Ante las acusaciones de inmoralidad del bloqueo, la respuesta es que el presidente del gobierno español actual tiene la oportunidad de evitar nuevas elecciones respetando los derechos de los catalanes y entendiendo que el Estado tiene un problema grave por resolver.
"Si el PSOE no admite mejoras estructurales como el pacto fiscal o inversiones, vamos a elecciones"
Los principales responsables de que Pedro Sánchez sea investido son él mismo y el PSOE. La sociedad española es plurinacional, España no lo es. Mientras haya esa incongruencia seguirán habiendo fuertes tensiones nacionales y territoriales. Junts, que tiene de horizonte la independencia del país (que no es un objetivo práctico inmediato), tiene la oportunidad de que el país avance cualitativamente en términos estructurales. Sánchez tiene la posibilidad de convertirse en estadista. Necesita valentía para enfrentarse a las críticas domésticas, también dentro de su partido nacionalista (que incumple acuerdos). Si el PSOE no admite mejoras estructurales para Catalunya como el pacto fiscal, inversiones o capacidad de decisión propia en Europa, vayamos a elecciones. El acuerdo con Podemos requirió dos elecciones.
"Si Junts cambia de parecer se arriesga a un descrédito y una pérdida de votos como ERC"
Todos los partidos, de tener algún papel en la configuración de un gobierno, deberían cumplir los compromisos de la campaña. Y esto vale para Junts y para cualquier partido que el 23-J haya puesto en una situación determinante. Si el referéndum y la amnistía son para Junts una cuestión clave para hacer posible un gobierno del PSOE, y si ha repetido que no facilitaría la investidura ”a cambio de nada”, ahora lo tiene muy difícil para cambiar de parecer sin arriesgarse a un descrédito y una pérdida futura de voto similar a ERC. Y, como que en ningún caso puede facilitar un gobierno del PP con Vox, y si Sánchez tampoco puede ofrecer ninguna garantía para el referéndum ni la amnistía, entonces Junts deberá quedar al margen de unos resultados endemoniados que, no por su culpa, llevarán inevitablemente a una repetición electoral.
"El debate es el siguiente: ¿este conflicto político es competencial o es un conflicto de soberanías?"
Junts debe liderar una estrategia que sólo en parte pasa por la negociación con Pedro Sánchez. Con ERC hemos visto que, cuando se negocia por separado, los resultados no sólo son modestos sino que además acabas olvidando lo que negociabas: no se ha llegado hasta aquí para obtener unos indultos, sino para abordar un conflicto. Nos encontramos en la fase del último párrafo de la resolución del Consejo de Europa: diálogo político. Hasta ahora se han abordado (con una fortuna irregular) los indultos y las reformas penales, y si no llega a ser por la aritmética electoral el diálogo acababa ahí. Pero bueno: ahora abordamos el tema. El debate es el siguiente: ¿este conflicto político es un conflicto competencial o es un conflicto de soberanías? Si es el primero, hablamos de Cercanías y etcétera. Si es el segundo, habrá que enseñar a los catalanes dónde está la puerta de salida (aunque sea complicada). No hay más. Ah, sí: traigan un mediador.
"Evitar el todo o nada o cualquier forma de fundamentalismo negociador"
Hay que admitir que el escrutinio del pasado 23-J tuvo sentido del humor, aunque fuera de un humor negro: convertir el demonio mayor de la caverna madrileña, el detestado Puigdemont, el "golpista", el "huido de la justicia", el "prófugo de Waterloo", en el árbitro de la gobernabilidad de España, es un golpe de efecto digno de los mejores guionistas, y permite a todos los matices de la derecha denunciar la "traición", frente a la "dignidad nacional" que Pedro Sánchez parece dispuesto a perpetrar. En este escenario, ¿qué debería hacer Junts? Permítanme expresarlo al revés: tres cosas que no debería hacer. Primero, recrearse públicamente en la posición arbitral que el azar les ha dado, como un mérito político y no una casualidad. Segundo, practicar el todo o nada o cualquier forma de fundamentalismo negociador; en este tipo de asuntos suele ser sinónimo de fracaso. Tercero, perder de vista el ejemplo de pragmatismo y eficacia del Partido Nacionalista Vasco, la mejor escuela de negocios políticos de la Península Ibérica.
"Hacer pagar un precio a Sánchez pero con flexibilidad suficiente para evitar la repetición electoral"
Los 14 diputados independentistas deberían aprovechar la fuerza que les da la aritmética haciendo un frente común para pactar las condiciones de la investidura de Sánchez. En los últimos años, ERC en solitario ha conseguido mover lo suficiente al PSOE para que acabara firmando a regañadientes los indultos y la eliminación de la sedición. Si ahora Junts suma su fuerza negociadora, el PSOE deberá moverse aún más hacia el doble objetivo que el independentismo persigue: el referendo y la amnistía. La situación para Junts y ERC no es fácil, será necesario que encuentren el equilibrio justo entre firmeza y flexibilidad: la firmeza para exigir unas condiciones que sean un precio alto para Sánchez y, a la vez, la flexibilidad para aceptar un acuerdo que no implique ir a unas nuevas elecciones que podrían dejar el independentismo sin fuerza aritmética alguna.
"No es lo que deseo, pero la repetición electoral sobrevuela las conversaciones"
En las elecciones del 23 de julio ha habido cansancio, resentimiento y una cierta energía amarga ha convencido a una parte del electorado de no ir a votar. Hace tiempo que se cocía. La política ha generado más angustias y angustias, más fobias que ideología y, sobre todo, ha cerrado muchos cajones. De ahí la complejidad de la ecuación, en la que una variable imprescindible para resolverla pertenece a ese independentismo que actúa como los viejos partidos radicales que no quieren posicionarse en el eje izquierda-derecha y que tiene como objetivo principal incomodar lo máximo posible todo lo que lleve el calificativo español. Juntos podría abstenerse si no quiere que en los próximos años sea recordado como el que votó con la extrema derecha para impedir a una mayoría progresista. Pero la política tiene una extraña atracción por la tragedia coyuntural. No es lo que deseo, pero la repetición electoral sobrevuela las conversaciones bajo las sombrillas de verano.