'After sun'

El mejor verano de Gabriel Rufián: ¿los pájaros quieren hacer la independencia?

El candidato de Esquerra recuerda el verano en el que un pájaro llegó a su casa y se quedó ocho años

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El candidato de Esquerra  el 23-J, Gabriel Rufián, cuando era pequeño

BarcelonaGabriel Rufián tiene diez años y una sonrisa que no le cabe en la cara: el pájaro recién llegado a su casa se ha puesto sobre su mano con suficiente confianza como para disparar la foto. Era el verano de 1992, y el candidato de Esquerra nos explica que encontraron este pájaro y vivió ocho años con la familia, y que guarda un recuerdo muy especial. Ahora que todos sabemos que los pájaros son los primos evolutivos de los dinosaurios, es más fácil reconocer la lejanía inhumana que los separa de nosotros, esa altivez alienígena, unos nobles plumados con los que hay que encontrar el código de buenas maneras si no quieres acabar con el pico en el ojo. Ganarse el afecto de un pájaro es saltar el abismo de una alteridad considerable.

La foto me ha hecho pensar que el CEO recién salido relaciona tener mascotas e ideología. Para nuestros intereses hermenéuticos es una de cal y otra de arena: por un lado, los electores que no tienen ninguna mascota acostumbran a ser más de derechas (el 64%); pero, si cribamos por tipo de animal, resulta que tener gato es más de izquierdas que tener perro. Si los gatos se comen a los pájaros, ¿es porque los ven más a la derecha o más a la izquierda? La interpretación sencilla sugeriría que, cuanto más difícil de querer es el ser que has elegido, más de izquierdas eres. También os diré que una vez conocí a una chica muy de derechas con dos gatos.

El pájaro por el que Rufián es más conocido es el de Twitter. Servidor recuerda perfectamente la efervescencia del principio del Procés, la adrenalina que desbocaban los tuits de Rufian uniendo un argumento irrefutable a favor de la independencia, una agresividad excitante a las antípodas del monjil "Ni un papel en el suelo", y las credenciales de defenderlo desde SantaCo en un castellano sin rastro de eles velarizadas. Rufián llegó a la cumbre de la política porque piaba más fuerte que nadie; se hicieron muchos retuits ilusos e imprudentes.

En el delicioso Habitar como un pájaro, la filósofa de la ciencia y antropóloga Vinciane Despret dice que tenemos que descolonizar el vocabulario con el que nos relacionamos con la naturaleza, dejar de proyectar metáforas imperialistas y capitalistas sobre los animales. En el caso de los pájaros, un poco de curiosidad ornitológica haría que nos diéramos cuenta de que hay mucha menos lucha descarnada por el territorio “en cuanto a propiedad exclusiva de la que alguien se apodera”, y mucho más mutualismo y formas de cooperación. Despret quiere hacernos ver que la naturaleza no es necesariamente de derechas.

Maestros del subterfugio diplomático

La gran pregunta política sobre Rufian es similar al misterio de los pájaros: ¿es necesario emitir cantos tan estridentes y elaborados? Desde la perspectiva tradicional, los machos que hacen los gorgoritos más complejos demuestran ser los más fuertes porque se lo pueden permitir, es decir que la fanfarronería retórica de Rufian sería un arma para señalar aptitudes para el conflicto real. Pero, según Despret, los pájaros son los maestros del subterfugio diplomático: “El hecho de vivir juntos y de haber tenido conflictos, y conflictos repetidos, ha llevado progresivamente a cada actor de estas interacciones vecinales a establecer relaciones en las que cada uno sabe quién es el otro, lo que puede desear, la manera en la que se comporta y lo que posee. Pero ¿todavía tenemos que hablar de «conflictos»? ¿No tendríamos que preferir, más bien, un término como por ejemplo «tanteo espectacularmente impresionante»?”

En el verano más especial, Gabriel Rufián quizás descubrió las izquierdas queriendo a un pájaro. También quizás, del pájaro aprendió la importancia de piar. Ahora bien, si le hacemos caso a Despret, el canto de los pájaros va de decir una cosa y hacer la contraria: piar muy fuerte, y después todos al nido. La campaña de Rufián depende de volver a hacer creíble el conflicto por vía de la retórica y, al mismo tiempo, que quede claro que a la hora de la verdad habrá pactos constructivos y moderados. Ahora que lo pienso, eso de los dos coches que van hacia el abismo y pierde el que frena el primero que se dijo mucho durante el Procés se llama el juego del gallina.

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