La trinchera mediática

Pedro Piqueras aprieta a Santiago Abascal

Santiago Abascal y Pedro Piqueras durante una entrevista en Telecinco
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BarcelonaPedro Piqueras, el presentador de Informativos Telecinco de la noche, se ha hecho popular por los adjetivos tremendistas que añade a las noticias y la paciencia que ha tenido aguantando las extravagantes maneras de darle paso de Sálvame. Pero lo cierto es que la entrevista que Piqueras le hizo el martes a Santiago Abascal demuestra que bajo la pátina de espectáculo que envuelve siempre a Mediaset hay un periodista con criterio. Con el líder de Vox no es fácil conseguir encontrar una actitud y un cuestionario que ofrezcan al espectador una visión que no alimente todavía más el personaje y sus teorías. Es difícil no ser arrastrado por la tensión dialéctica que provoca la extrema derecha. Y Piqueras no perdió el tono calmado y prudente en ningún momento. Le hizo preguntas concretas y le puso ejemplos que obligaron a Abascal a salir del discurso aprendido. Y aquí se apreciaban las grietas y las inercias de la extrema derecha, que, en un espectador crítico, tendrían que llamar la atención. Piqueras, a medida que avanzaba la entrevista, le fue subrayando algunos de los aspectos lingüísticos y discursivos que son muy propios de Vox y que en demasiadas ocasiones se han acabado normalizando.

Cuando el periodista le preguntó por las negociaciones con el PP, Abascal se refugiaba en ambigüedades y tópicos. “Siempre van acompañados, ustedes, siento decirlo así, de una cierta tensión”, le apuntó Piqueras. Abascal se escaqueó, pero el presentador insistió: “Imprimen una cierta tensión en todas las negociaciones”. El líder de Vox, entonces, hizo referencia a la “demonización” que se hacía del partido. Y con un tono muy cordial y tranquilo le hizo notar que el término “demonización” estaba muy presente en su discurso y que más adelante le preguntaría sobre ello. No tuvo tiempo, pero cada vez que usó la palabra, el periodista se lo hizo notar (y, de paso, a la audiencia). Piqueras fue incisivo poniendo en evidencia el negacionismo de Vox con la violencia machista a través de imágenes de los últimos días. Abascal hizo referencia a Pedro Sánchez como “el líder de la manada” y Piqueras, serio y con un tono apaciguado, lo paró: “¿Se ha referido a Pedro Sánchez como ‘líder de la mandada'?” Piqueras se había preparado contraargumentos sólidos sobre las banderas LGTBI y la inmigración. Le recordó un tuit suyo en el que aseguraba que el asesinato de una mujer en Madrid había sido cometido por un magrebí y la información había resultado falsa: “¿Es más fácil para ustedes creer que se trata de un magrebí, el que ha cometido el acto?”

Piqueras obvió las preguntas genéricas de programa electoral para incidir en las acciones concretas y el tipo de discurso. Siempre hay dudas y precauciones sobre la manera de tratar a la extrema derecha. Piqueras hizo un buen trabajo porque su frialdad, la habilidad para distanciarse de la tensión y su capacidad para estudiar las grietas y las inercias permitieron hacer un retrato más crudo y realista de Vox. Desactivó la épica que añaden a su discurso y, sobre todo, hizo que se concretara con más realismo cuál es el panorama de futuro más inmediato al que aspiran.

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